
El Terror En El Arte
“El momento más escalofriante es, siempre, antes de empezar”.
-Stephen King
Octubre es, para mí, el inicio del clima frío, la preparación para el invierno y el momento auge de las historias de terror. Así es, octubre es el mes en que el terror se encuentra a la vuelta de la esquina. Ya sea por el morbo que da la temporada, que Halloween se acerca o simplemente sentimos energías desconocidas, presencias que nos persiguen o sombras que no estaban ahí antes, todos sentimos miedo alguna vez.
De chiquito mi mayor temor era la oscuridad, un miedo irracional que me hacía creer que el personaje de una película de terror me estaría esperando detrás de la puerta del baño para espantarme. Ni siquiera para destriparme, no me daba la imaginación para tanto. Era perseguido en mi mente por Chucky. La verdad es que era un niño muy miedoso, hasta que llegó mi adolescencia y descubrí que la sensación que me provocaban las películas de terror era adictiva. Esa creciente adrenalina que te da el suspenso me empezó a gustar. Pero ¿por qué?
La intriga ante lo desconocido
En la secundaria, un maestro me dejó leer En las montañas de la locura de H.P. Lovecraft. La historia trata de una expedición a la Antártica en la que encuentran especímenes y fósiles ajenos a todo lo que se tenía conocido hasta entonces. El primer grupo en aventurarse desaparece en condiciones inusuales y la expedición completa se traslada a ese lugar a investigar lo sucedido. No daré muchos detalles, pero encuentran a unos seres que describen como los “antiguos”.
“Mide seis pies de longitud, y tres pies y cinco décimos de diámetro central y disminuye hasta un pie en cada extremo. Parece un barril con cinco camellones en lugar de duelas. Roturas laterales, como tallos a mitad de los camellones. En los surcos llamativas excrecencias: Crestas o alas que se despliegan como abanicos… que llegan a siete pies al estar extendidas.”
-H.P. Lovecraft, “En las montañas de la locura”
Ese fue mi primer encuentro con el horror cósmico. La literatura de terror llegó a mí con una novela de suspenso en la que se confrontaba el hecho de que mi humanidad es diminuta e insignificante en comparación con lo inmenso y misterioso que es el universo. La posibilidad de que estas criaturas existieran me dejó helado, pues siempre he tenido el presentimiento de que hay cosas que no conocemos y que, si llegáramos a toparnos con ellas, sería impactante.
Antiguo antártico inquisitivo, por Nathan Rosario. Imagen obtenida de: Pinterest.
Después nos dejó leer La máscara de la muerte roja de Edgar Allan Poe. Relato en que un príncipe junto con mil nobles se refugia en una abadía huyendo de una plaga llamada “La muerte roja”, mientras que la población en general se enfrenta a esa pandemia. En un momento de ocio burgués organizan un baile de máscaras en siete habitaciones de colores de la abadía. Hasta que un huésped misterioso se aparece por ahí.
“Allí se derrama una luz más roja a través de los cristales color de sangre, y la oscuridad de las cortinas teñidas de negro es aterradora.”
-Edgar Allan Poe
A mi maestro le gustaba ponernos a prueba con distintos géneros para ampliar nuestro rango de lectura. Recuerdo otros ejemplos que me robaron el aliento cuando los leí: La pata de mono de W.W. Jacobs y El chac mool de Carlos Fuentes.
La máscara de la muerte roja. Imagen obtenida de: Pinterest.
De libros a películas
Entonces comenzó mi aventura con las películas de terror. Empecé con slashers un poco mediocres, los cuales veía por partes y sin sonido porque me daba más miedo la banda sonora que lo que sucedía realmente. Hasta que un amigo de mi hermana mayor hizo su propia versión de una obra de teatro llamada La dama de negro. Jamás me imaginé que una obra de teatro realizada por dos estudiantes de preparatoria me aterrara. La dama de negro se paseaba entre el público, fue una gran adaptación. Poco tiempo después salió la versión cinematográfica estelarizada por Daniel Radcliff.
Esa fue la primera vez que vi una película de terror en el cine. Iba con mis hermanos, me tapé los ojos en algunos momentos y fui una voz más de aquellos que gritaron cuando hubo un jumpscare. Pero lo disfruté muchísimo. Era una montaña rusa de emociones, suspenso, intriga que no me permitía quitar la mirada de la pantalla. Empezamos a buscar más películas que ver y descubrimos un sinfín de entregas del género. Pero ya después, los sustos no eran suficientes, lo más importante era la historia.
Mi hermana y yo nos convertimos en catadores exigentes de películas de terror. No nos comprábamos cualquier cosa pues entendimos que hay muchos clichés sobre los que se sostiene el género, pero algunos grandes directores lograron prescindir de ellos.
Maestros en contar historias
En nuestra búsqueda de esos vinos sublimes que son las buenas historias de terror nos topamos con Jordan Peele, un director negro que, en mi opinión, le dio la vuelta al género con sus películas de suspenso. “Get out”/“¡Huye!” (2017) nos atrapó con su retorcida historia de un hombre negro que va a una fiesta familiar con la familia de su novia en una comunidad de gente blanca, pero su siguiente película “Us”/”Nosotros” nos dejó con la boca abierta. La película trata de una familia afroamericana que viaja a la playa, pero son perseguidos por un grupo de gente muy parecida a ellos.
Get out. Fotografía recuperada de: Is Morbo.
La combinación de suspenso y buenos momentos de comedia logran que cuando ocurre algo terrorífico, la gente se sienta más vulnerable. Fenómeno que sucede porque al dejar que la comedia caiga, la gente baja la guardia. Una vez que ésta bajó, el susto es inevitable.
Por último, hablaré de Ari Aster, el que yo considero es el mejor director de cine de terror de los últimos años. Sus películas “Hereditary”/”El legado del diablo” y “Midsommar”/”Midsommar: el terror no espera la noche”, son nuevos clásicos del cine de terror y de la historia del cine. Contar una historia que no recurra a las mañas de siempre, concentrándose en la historia, las actuaciones y en generar en el espectador un dolor de estómago, la falta de aire o solo la contemplación de su existencia es un gran logro, digno de reconocerse.
Este género ha sido menospreciado por la industria cinematográfica por carecer de profundidad para mostrar un espectáculo de gritos, sangre y sustos baratos. Pero estos directores están yendo más allá para probar que en todo género se pueden hacer obras de arte. Al subvertir expectativas con inteligencia, dándole la importancia que requiere a la historia, queda atrás el mar de clichés al que estamos acostumbrados para dar lugar a momentos verdaderamente macabros, siniestros e incómodos.
Mi conclusión es la siguiente:
Los seres humanos estamos inclinados a la curiosidad ante lo desconocido, lo prohibido y lo imposible porque queremos encontrar una respuesta lógica a todo. Al no encontrarla rellenamos esos huecos con nuestra imaginación.
El terror en el arte nos confronta con esa hambre de lo desconocido que se manifiesta en nuestros miedos más profundos y nos permite experimentarlos sin estar expuestos a ellos.
Y así como las historias evolucionan con el tiempo, el terror encontrará nuevas maneras de sorprendernos con mejores historias y sustos que nos quiten el sueño en las noches.
Imagen destacada obtenida de: Steam Community.
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