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Lee Miller: De Modelo A Corresponsal De Guerra

En el fondo de las entrañas de Lee Miller está adherida la rebeldía. Tras su nombre descansan la belleza de una joven que dominó las portadas de la revista Vogue en la mitad de los años veinte del siglo pasado; la sensualidad de la mujer que tuvo a sus pies a Man Ray; la mirada provocadora de la fotógrafa que se unió al movimiento surrealista; la entereza de la fotoperiodista que registró la calamidad de la Segunda Guerra Mundial y la sombra de la madre ausente que se amparó en el alcohol.
A Lee Miller n
o le gustaba la forma en la que los hombres querían hacer de ella una prisionera, un “objeto bello”. Detrás de toda esta fuerza existen sucesos traumáticos que marcaron la vida de la fotógrafa desde niña. A los 7 años sufrió un abuso sexual y en su adolescencia, presenció la muerte de su mejor amigo al que vio ahogarse accidentalmente mientras estaba con ella en un lago. Sin embargo, fue también a su corta edad cuando conocería el mundo de la fotografía. Su padre, Theodore Miller, le dio sus primeras lecciones en casa. La pequeña veía cómo se revelaban e imprimían las fotografías que su papá había tomado. Con él aprendió a usar y a reparar una cámara. De igual forma, gracias a que su padre la usaba como modelo, Lee aprendió a posar a temprana edad.

lee and theodore miller by man ray | Man ray photography, Man ray, Lee miller

“Lee Miller con su padre” (1931) de Man Ray.

En la escuela, la joven Lee fue castigada por mal comportamiento y notas bajas. Su familia en el intento de mejorar la conducta de su hija, la mandan a París con tan sólo 17 años. Sin embargo, las intenciones paternales del viaje fracasaron y regresaría con más inquietudes a Nueva York 9 meses después.

El Accidente Que Le Cambió La Vida

En 1927, antes de cumplir 20 años mientras paseaba por Nueva York, Lee estuvo a punto de ser atropellada. El Condé Nast, propietario de las revistas Vogue y Vanity Fair, la salvó. Impresionado por su belleza, la convenció de iniciar su carrera de modelo y no tardó mucho en convertirse en una de las más exitosas y solicitadas, siendo fotografiada por el famoso Edward Steichen. Ese mismo año, fue portada de Vogue y alcanzó el éxito. El escándalo la sacudió cuando su imagen apareció anunciando por primera vez tampones. Pese al enorme revuelo, Miller se sintió satisfecha por el papel que había cumplido en la causa feminista apareciendo en aquella campaña.

Desde entonces su carrera no volvió a ser la misma y como consecuencia
decidió pasarse al otro lado de cámara.

Kotex Girl

“Anuncio de Kotex con fotografía de Edward Steichen” (1928)
de Periódico Desconocido.

Viaje a París

Después de varios viajes como modelo al viejo continente, Lee decide viajar a París para estudiar fotografía con Man Ray, para quien posó y con quien además tuvo una relación amorosa. Ella de 22 años y Ray de 49, se convirtieron en la pareja de moda de la capital francesa: amantes fogosos, bellos, estilosos y creativos. Con él descubrió y se adentró en la estética del surrealismo, En medio de esta unión artística, Lee Miller dio por casualidad con una técnica a la que nombraron “solarización”. Los dos incluyeron este efecto un tanto fantasmagórico en su obra.
Sus imágenes ingeniosas, la conectaron con el círculo surrealista. Pablo Picasso, Paul Eluard, Max Ernst y Jean Cocteau, fueron sus más íntimos. Lee se convirtió en la imagen oficial de aquella generación.

Lee Miller, Solarised portrait of a woman thought to be Meret Oppenheim, Paris, 1930

“Retrato solarizado de Meret Oppenheim” (1930) de Lee Miller.

Todo duró hasta 1932, cuando Miller decidió separarse de Man Ray. El día de la separación, el surrealista decidió fotografiarse con una pistola en la mano y una soga alrededor del cuello. Algunos dicen que el quiebre de la relación entre los dos fotógrafos estadunidenses se debió a que emocionalmente no estuvieron preparados para seguir uno de los preceptos del surrealismo: tener varias parejas sexuales y un solo amor.

De París a Nueva York y Egipto

Una vez en Nueva York, Lee decide abrir su propio estudio al cual le fue muy bien a pesar de la recesión económica que sufría Estados Unidos. Entre sus clientes figuraban revistas de moda, agencias publicitarias, tiendas departamentales y artistas de Hollywood. A mediados de 1934 se comprometió con el empresario egipcio Aziz Eloui Bey; cerró su estudio y se fue a vivir a El Cairo. La estancia de Lee en Egipto fue un periodo de libertad.

Tomó las fotografías que ella quiso, no las que estuviera obligada a tomar para una revista.

Por un tiempo disfrutó de la vida de esposa millonaria, de cenas de coctel y jugar al bridge.  Tiempo después, el aburrimiento llegó y comenzó a viajar sola por aquel país.

Exposure: Portrait of Space, photographed by Lee Miller.: Design Observer

“Retrato del espacio” (1937) de Lee Miller.

Sin embargo, el hechizo de la vida cómoda se esfumó pronto. Durante un viaje a París en 1937, Miller conoció a Roland Penrose, artista surrealista, escritor y coleccionista británico.  Fue el “verano del amor”. También sus amigos los pintores Max Ernst y Leonora Carrington iniciaron un intenso romance. Ambas parejas decidieron vacacionar juntas en Inglaterra y Francia. Las sensuales y despreocupadas imágenes en vísperas de guerra, contrastan fuertemente con la tormenta de conflictos y sufrimiento que acechaba a Europa.

Miller y Aziz Eloui Bey se separaron en buenos términos en 1939. Ella se mudó a Londres justo antes de que se declarara la Segunda Guerra Mundial. La Embajada de Estados Unidos la exhortó a volver a su país natal pero eligió quedarse con Penrose y al tanto de la vida de sus amigos; decidida además a contribuir al esfuerzo bélico.

Su Participación En La Guerra

Empezó a colaborar como fotógrafa para Vogue, principalmente en artículos de moda. Las condiciones laborales eran extremadamente complicadas; sin tregua e interrumpidas por los constantes bombardeos alemanes. Sin embargo, enfrentó el reto. Fotografió a sus modelos al aire libre, adaptando la iluminación y otras técnicas a la situación. Ante la destrucción, Miller no estaba del todo satisfecha con su trabajo como fotógrafa de moda, sentía que era superficial.

Hacia finales de 1942, Lee quiso hacer reportajes sobre el papel de las mujeres en la armada. Su amigo, David E. Scherman, connotado fotógrafo de la revista Time/Life, le aconsejó solicitar a Vogue ser corresponsal de guerra del ejército estadounidense. Y así fue. Una vez aceptada, Miller pudo fotografiar a las enfermeras militares, al equipo de operación de reflectores antiaéreos y a las Mujeres al Servicio de la Marina Real Británica.

Women With Fire Masks, Downshire Hill, 1941. © Lee Miller Archives,... | Download Scientific Diagram

“Mujeres con máscaras de fuego” (1942) de Lee Miller.

Pero para Miller la guerra era una descarga de adrenalina. Años después y con ya mucho renombre como corresponsal, estuvo presente en algunos de los acontecimientos más importantes del conflicto bélico. Estuvo en la línea de frente del combate, ganándose así los corazones y la admiración de oficiales y soldados por su valentía ante el fuego abierto
Documentó la devastación de la Blitz Krieg o “guerra-relámpago”, un súbito bombardeo masivo que asoló a Londres, documentó las tragedias que sucedían en los campos de concentración y acompañó a los aliados en agosto de 1944 para la Liberación de París.

La cámara de Miller capturó mucho más que lo que sucedía en el frente de batalla:

Inmortalizó la vida cotidiana que sucedía entre las bombas y el fuego de metralla.

Desde a una chica posando delante de un café cuyos cristales estaban destrozados, hasta a las francesas que buscaban un peinado suelto como el de Veronica Lake, en contraste con el moño apretado de las alemanas.

La Bañera de Hitler

El 30 de abril de 1945, dos importantes sucesos ocurrieron de manera paralela. Hitler se suicidó dentro de su búnker en Berlín. Mientras tanto en Munich, Miller y Scherman tenían hambre, sueño y ganas de asearse después de haber documentado horrores en campos de concentración. Fue entonces que encontraron un departamento que para su sorpresa, estaba en óptimas condiciones.

Lee Miller se quitó sus botas sucias. Ella y Sherman decidieron hacerse fotos el uno al otro en aquel lugar. Imaginen esto: una fotografía en la que lo primero que vemos es la asombrosa belleza de una mujer posando desnuda en una bañera, luego observamos unas botas sucias que reposan sobre un tapete blanco, y por último, si fijamos nuestra mirada, nos atrae un detalle un tanto siniestro: junto a la jabonera hay un retrato del hombre dueño de esa propiedad: Adolf Hitler.

The Indestructible Lee Miller' Celebrates a Daring Surrealist and War Photographer - The New York Times

“En la bañera de Hitler” (1945) de David E. Sherman.

En su momento, la fotografía fue considerada como provocadora, fuera de lugar y una “jugada incorrecta”. Poco tiempo después, la emblemática imagen sería publicada en Vogue.

Ya concluida la guerra, siguió viajando sola por una Europa desolada, hasta que Scherman le dice en un telegrama “Lee, vuelve a casa”. Regresa con Penrose a Londres, pero los horrores de la guerra y los eventos traumáticos de su infancia la transformarían.

La Vida Pos Guerra

Dos años después de terminada la guerra, Lee Miller se embaraza y en 1953 hace su últimas tomas de moda. Con el dinero obtenido, compra la finca en la que irá a vivir con su esposo e hijo. Así comenzó la última etapa de su trabajo: con fotografías de sus amigos como Pablo Picasso, Joan Miró, Max Ernst y Dorothea Tanning. Algunas de estas imágenes se reprodujeron en los libros de historia del arte de Roland Penrose, aunque la mayoría las había tomado por placer. En esas últimas fotografías, su “ojo surrealista” se hace más presente que nunca.

El surrealismo fue una forma de vida para Miller, reflejaba sus ideales
y, sobre todo, le dio la libertad que tanto anhelaba.

En 1977, Lee Miller falleció en su finca de Farley Farm a los setenta años. Después de su muerte, su único hijo, Antony Penrose, descubrió el legado de su madre escondido en la casa y muchos secretos más, que le permitieron entenderla y conocerla.

Al final de su vida, Lee vivió una profunda depresión y abusó del alcohol. Mucho se habló del shock postraumático después de lo vivido en la guerra, pero también influyeron los eventos dolorosos de su niñez que siempre estuvieron presentes en la vida de una mujer incansable.


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