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Shakespeare, Lope, Cortázar: Palabras Y Juegos.

Sopa de letras

En mi intento de conocer mejor las letras, me encontré constantemente en aprietos a causa de las nardilunias. Constantes y retifosas, me distraían cuando más necesitaba poner atención. De repente los hurgalios goglijaron transformando todo aquello que prelaba en tretatos intigudertes. Píleros, nírdantes, bólduos, la situación se puso guilsa. Entonces mi atención ipió. Pero no rualcerían conmigo. La rualfa estaba litruga. Retomé muchoso mi lertica indgulpancia, dispuesto a perderme en los ablos, sin darme cuenta de que el yugol arremetía con cada nimo que yo erildaba. Era una especie de solalea entre un hombre y un góvalo, que terminaría cuando uno de estos ergrocara. Para sorpresa mía, ambos frudimos alquivos. El gólvalo tarpichoso dertinió, mostrándome el texto con untifa crévola. En ese momento lo entendí todo. No tenía nada que ver con eduljos, ni siquiera se xorpeaba de la ortigaza. Era cuestión de ecóa. Ecóa y cocoa. Sentí las taricias recorrer mi alma. No necesitaba sentido, solo había que ahergarse ante lo desconocido, llegar al borde del elo, jerear la quirquica existencia y disfrutar. Ese era el secreto.
-Jorge Lombard

Entre lenguas y lenguas

El lenguaje es una de las herramientas más importantes que tenemos las personas para llevar a cabo todas nuestras labores. Desde que somos pequeños descubrimos el mundo con palabras que lo significan. Entonces nos damos a la tarea de relacionar aquello que vemos, o que nos acontece, con una palabra.  Esa acción de nombrar conceptos y cosas es algo que damos por hecho sin pensar realmente en su importancia. De manera que le otorgamos una etiqueta a las cosas o utilizamos las ya existentes para diferenciar una de otra, nos apropiamos de ese concepto y lo volvemos nuestro. El lenguaje nos ayuda a aterrizar, visibilizar y traer a la realidad aquello que nace en el mundo de las ideas.

“El yo envuelve todo lo que el hombre puede llamar suyo.”
-William James

Pero a diferencia de lo que muchos creen el lenguaje no es algo estático, de hecho, se modifica, cambia y se complementa a partir del uso que le da la gente que lo emplea. Sí, es cierto que existen instituciones como la Real Academia Española, para los hispanohablantes, que han preservado el castellano a lo largo de los años, creando pautas y estructuras para que el idioma se conserve y mantenga. Sin embargo, el lenguaje no es de ellos, ni de ninguna otra institución, es de la gente.

Diccionario de la RAE.

Yo tenía un maestro de lengua española que nos decía que los niños al ir desarrollando su capacidad de expresarse van llenando los espacios de lo que ellos creen que deberían ser las palabras, o incluso empleando conjugaciones “erróneas” a partir de una intuición previa. Como la palabra morido, sabemos que la conjugación del verbo morir en sus formas compuestas es muerto, pero la mente de un niño llega a la conclusión de que es morido.  Conclusión que no es fortuita, sino que es una lógica progresión del lenguaje basada en lo que ellos ya conocen. A pesar de no ser la manera correcta de decirlo, la creatividad voló y se manifestó en una palabra, que bien o mal existe a partir de que alguien la dijo.

Si profundizamos un poco en algo que podría parecer absurdo como inventar palabras, encontraremos que todas las palabras son inventadas. Se han creado para satisfacer las necesidades del lenguaje y se modifican según sea necesario. Pero hubo un primer inventor, un primer loco, que cruzó el umbral de lo incomodo que es decir algo que previamente no existía y decidió acomodar las letras en un orden distinto. Dejando como resultado una nueva palabra.

Estos inventores de palabras han transformado el lenguaje, pues cosas que no sabíamos cómo decir, recibieron un nombre que con el tiempo se volvió coloquial.

Las reglas del juego

Uno de los más conocidos inventores de palabras fue William Shakespeare, aunque todavía se debate si él fue el autor de dichas palabras o solamente las plasmó para la eternidad. Lo que sí sabemos es que no hay registro previo de esos términos. Por la época podemos darnos una idea de que esas palabras eran utilizadas por la gente en su día a día, si no hubiera sido así, la capacidad de empatizar y entender el teatro de Shakespeare se habría visto limitado. Y al ser este un teatro popular no fue el caso.


William Shakespeare.

Las nuevas palabras tenían la función de expandir un lenguaje que estaba encontrando su propia identidad. Así, al combinar palabras, transformar sustantivos en verbos y agregar prefijos y sufijos se fueron adaptando las palabras. Algunas que se le adjudican a Shakespeare son:

Undress: desvestir
Traditional: tradicional
Rant: despotricar
Lonely: solitario
Obscene: obseno
Critic: crítico
Eyeball: Globo ocular

Entre muchas otras. Así como el teatro Isabelino fue clave para el idioma Inglés, el teatro español del siglo de oro, ayudó a constituir el castellano. Autores como Miguel de Cervantes, Tirso de Molina, Pedro Calderón de la Barca, Juan Ruiz de Alarcón y Lope de Vega hicieron una vasta colección de textos, llevando al límite el alcance del idioma. Entonces empezaron a jugar con las palabras, creando nombres de ciudades, de personas, de lugares.

“Teodoro y, para parir,
a Serpolitania deja.
Catiborrato, mi padre,
no sintió tanta la ofensa
como el dejarle Teodoro.”
Extracto del Perro del Hortelano de Lope de Vega

Rompiendo las reglas

Una vez establecidas las pautas, los escritores siguieron experimentando con las palabras hasta romperlas. La idea ya no era nombrar cosas, sino utilizando las estructuras gramaticales inventar nuevos sonidos o fusionar algunos existentes. Un ejemplo de esto es Lewis Carroll con su poema Jabberwocky o Jeridóndor, Guirigayero, Galimatazo, Fablistanón.

“Borgotaba. Los viscoleantes toves,
rijando en la solea, taladraban…
Misébiles estaban los borgoves
y algo momios los verdos bratchilbaban.
¡Cuidado, hijo, con el Fablistanón!
¡Con sus dientes y garras, muerde, apresa!
¡Cuidado con el pájaro Sonsón
y rehúye al frumioso Magnapresa!”
Extracto de Fablistanón de Ramón Buckey

Ahora las palabras se convirtieron en un juego. Una sublimación en la que la aparente carencia de sentido es la misma que lo otorgaba. Me recuerda a las obras de Samuel Beckett, pero esa es otra deconstrucción del lenguaje de la que ya hablaremos.

Esperando a Godot de Samuel Beckett.

Otro gran ejemplo es el de Julio Cortazar. En 1962 escribió las Historias de cronopios y famas. Una historia surrealista compuesta de muchos microrrelatos, en los cuales aparecen unos seres llamados cronopios, famas y esperanzas. Los cronopios son románticos y poéticos, compuestos de una materia húmeda y verde, las famas son los opuestos de los cronopios y los esperanzas son un híbrido de ambos. Cortazar empieza a jugar con las palabras, dándole otros significados.

Julio Cortazar

No conforme con sus cronopios y famas, en su novela Rayuela, en el capítulo 68, Cortazar juega, por medio del leguaje Glíglico, con una escena erótica. Parecería que no tiene sentido hasta que se le presta más atención al texto. Este lenguaje, inventado por Cortazar, comparte muchas cualidades con el español, pues se pueden reconocer los sustantivos y los verbos. De hecho, fue mi inspiración para escribir el texto con el que abrí el artículo. Les dejaré solo una probada para que se aventuren a leer Rayuela.

“Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las anillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia.”
Fragmento del Capítulo 68, Rayuela

El rompimiento de estos esquemas no solo se limita a la invención de palabras, sino al uso que les damos. Jugando con lo sonidos, la relación de estas, el sentido, el orden, la repetición o la sintaxis. Es cuestión de sentarse a hacerlo y ver a dónde los llevan las palabras.

“DE pronto, sin motivo:
graznido, palaciego,
cejijunto, microbio,
padrenuestro, dicterio;
seguidos de: incoloro,
bisiesto, tegumento,
cuestre, Marco Polo,
patizambo, complejo;
en pos de: somormujo,”
Fragmento de REBELIÓN DE VOCABLOS de Oliverio Girondo

Entonces el juego del lenguaje se ve intervenido por la imaginación. Las palabras pueden ser lo que nosotros queramos que sean, no solo los escritores sino cualquier persona. Pero ojo, el lenguaje es algo que se va enriqueciendo con la creatividad, pero también se va descuidando con el tiempo y los regionalismos. Es muy importante poder plasmar nuestros pensamientos e ideas con precisión, por lo que hay que jugar siguiendo las reglas. Encontrando la manera de romperlas o expandirlas lo más que podamos.

“Mirarse, sonreírse, apreciarse
y volverse a ver y sonreírse,
buscarse en la memoria y recordarse,
interesarse y platicarse.
Llegarse a rozar, estremecerse,
verse, hablarse, comprenderse,
sentir el amor y enloquecerse.
Tímidamente invitarse, desearse,
subir, entrar y sonreírse,
mirarse, besarse, y abrazarse,
volver a besar y desvestirse,
seguir avanzando y acostarse,
acariciarse más y más besarse,
incendiarse, beberse, tocarse,
y en esa llama de las dos fundirse,
seguir y seguir hasta agotarse,
tomarse las manos y dormirse.
Despertar, mirarse, sobresaltarse,
y mirar el reloj y levantarse
bañarse, vestirse y arreglarse,
jurar reencontrarse
y llegar a la esquina y despedirse.”

Efímero de Laura Espinosa

Las letras, las palabras, los textos son universos increíbles para aquellos que se aventuran a nadar en ellos. Lectores o escritores, hay algo para todo el mundo y siempre existirá la posibilidad de crear e ir más lejos. Pero hay una responsabilidad en las palabras, creo que debemos respetarlas, aunque nuestra labor del día sea hacer una sopa con sus letras. Una maestra de actuación decía una frase con la que quiero terminar este artículo.

Todo se vale menos cualquier cosa.


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