
El Eterno Amor De Los Hermanos Van Gogh
Vincent era el mayor y Theo el tercero de los siete hermanos Van Gogh, pero fue éste último quien protegió y amó profundamente a su hermano. Sentían adoración el uno por el otro: ese fue el único tesoro de Vincent Van Gogh. El hombre al que muchos han tachado de loco, lo que tenía era una inmensa carencia de cariño y una sensibilidad exacerbada por la vida -por todo en la vida- …por la belleza en ella, pero también por el dolor.
El amor en el hogar de los Van Gogh era escaso, más para Vincent, quien cargaba dos lápidas: él era el mayor, pero no fue el primogénito, antes de él, el primer hijo de su padre Theodorus Van Gogh y de Ana Cornelia Carbentus, su madre, nació muerto y aún así lo bautizaron como…Vincent Van Gogh. El peso de llevar en su nombre a su hermano muerto, fue mucho para Vincent, sobre todo porque su madre jamás olvidó la pérdida del primero. Quizás el simple recuerdo del dolor de la muerte fue demasiado.
Sin abrazos, ni sonrisas, sin el calor de una madre y, sumado a esto, la rigidez religiosa de su padre -que era pastor de su comunidad-, en la personalidad de Vincent se formó un vacío que compensaba dándole amor a su hermano pequeño, Theo. Eran inseparables, se llevaban cuatro años y Vincent no permitió que a su adorado hermano le faltara lo mismo que a él: tiempo y cariño.
Le enseñó a patinar en los inviernos y andar en trineo, en verano le construía castillos de arena en la playa, y casi todos los días, sin importar la temporada, después de sus labores salían juntos al campo, corriendo entre los prados o tumbados en la yerba.
Vincent le inculcó a Theo la pasión por la naturaleza y el aprecio por su belleza y misterios.

“Paisaje marino de Saintes-Maries” (1888) de Vincent Van Gogh.
Los demás hermanos no dejaban de verlos con rareza, se creó entre ellos un vínculo inquebrantable. Vincent veía a Theo como el único ser humano que lo entendía. Theo, décadas después, diría: “Adoración, nos teníamos verdadera adoración”.
Hoy es un hecho que sin Theo y su fe inquebrantable en Vincent no tendríamos los cuadros que tanto nos conmueven. “Los Girasoles” (1888) en el jarrón que le regaló a Paul Gauguin, “La Casa Amarilla” (1888) sus autorretratos y mucho menos “La Noche Estrellada” (1889) ya que ésta surgió de las entrañas de Van Gogh después de una larga charla y de un cálido abrazo de Theo, durante su visita al asilo psiquiátrico donde Vincent estuvo internado en 1889.
Pero ¿por qué? ¿Cómo fue que Vincent Van Gogh terminó ahí? ¿Cuándo?
¿Qué pasó con su relación con Theo? ¿En qué momento se separaron?

“Retrato de Theo Van Gogh” (1887) de Vincent Van Gogh.
Vincent a lo largo de su larga travesía en búsqueda de su profesión, pasó por diferentes etapas: gerente en la galería de arte de su tío, predicador y minero. Sí, aunque no lo crean, Vincent intentó seguir los pasos de su padre. Decidió ser pastor y aplicó para la Escuela de Teología de Amsterdam. No lo aceptaron. Después de este rechazo y tras ver las incongruencias con las que se manejaba la iglesia, Vincent se fue a trabajar a las minas, pero poco tiempo después, también lo corrieron.
Sin profesión, ni estudios, su decisión fue casi fortuita… Le escribió a Theo que haría lo que más amaba: pintar. Su hermano, inmerso en el mundo del arte, lo apoyó sin condiciones. El acuerdo fue el siguiente: Theo lo sostendría económicamente mientras Vincent le enviara cuadros para vender. El monto: $50 francos mensuales.
1881. Sin parar Vincent hace bocetos y dibujos, desconfiado de sí, dudando todo el tiempo, pero escribiendo frases a Theo como ésta:
“Cuando escucho una voz que me dice que yo no puedo pintar,
entonces más que nunca pinto, es lo único que hace que esa voz se vaya”.
Más de la mitad de la pensión de su hermano la gastaba en materiales, comía poco, dormía mal… seguía pintando.
Apoyo… ¿incondicional?
Los arrebatos amorosos en la vida de Vincent fueron de los aspectos más desestabilizadores en la mente del artista. En La Haya, se relaciona con Sien, una mujer que se prostituía en las calles, era alcohólica, tenía sífilis y una hija pequeña. Vincent quiso casarse con ella. Le pidió a Theo que lo apoyara para mantenerla, “me necesita”, le escribía, “y eso me hace sentir bien”. Theo aceptó por un tiempo pensando que sería lo mejor para su hermano mayor, pero Sien no lo necesitaba, lo usaba y abusaba de él. Tan pronto como Vincent no estaba, ella volvía a las calles para prostituirse. Theo fue tajante: “o la dejas o mi ayuda se acabó”.

“Sorrow (Dolor)” (1882) de Vincent Van Gogh.
De los grises a la explosión de color
1885. El cuadro “Los comedores de papa” llega a la galería de Theo. La pintura de Van Gogh plasma las entrañas de los más pobres, su genialidad se asoma; pero su paleta obscura se aleja de lo que gusta en ese momento. “¡Ven a París!”, le escribe Theo, “tienes que conocer a Monet”. En Francia los impresionistas rompían todas la reglas: se salían de los estudios, pintaban en las calles, absorbían la luz, la multiplicaban en colores y trazos que eran puntos y manchas que hacían figuras.

“El comedor de papas” (1885) de Vincent Van Gogh.
Vincent se enamoró de su propuesta. Tira los colores grises. Toulouse Lautrec le dice:
“Vete al sur mi hermano, ahí el color es vida, es como estar en los campos de Japón”.

“Floración de un árbol de ciruelo” (1887) de Vincent Van Gogh.
Arlés, Francia, será su nuevo hogar y los campos de trigo y flores su nuevo centro. Nadie absorbería el color ni la intensidad de sus formas como Van Gogh.
“Tengo la sensación de que un día, cada día, pintaré algo genial”, escribió en sus cartas. Su emoción se multiplicó cuando supo que Paul Gauguin, vendría a vivir con él. Tendría un amigo, alguien con quien comenzar su comunidad de artistas. Le llenó su habitación -en la famosa Casa Amarilla- de cuadros de Girasoles. Paul ya era reconocido como pintor y como egocéntrico y carismático. Nunca fue su idea vivir con Van Gogh pero Theo le pagó una pensión a cambio de ser compañía para su hermano. Sus crisis emocionales le habían sido evidentes en París, a Theo le preocupaba la salud mental de Vincent… su soledad.

“La casa amarilla” (1888) de Vincent Van Gogh.
22 de diciembre de 1888. La vida utópica que Van Gogh se imaginaba con Paul Gauguin se esfumaba, las peleas entre ellos abundaban. Gauguin escribió a sus amigos que no podía más con Van Gogh y sus desequilibradas exageraciones. Lo pintó en un cuadro, así, desquiciado, pintando… girasoles. Vincent lo vio, se vio y el dolor, rabia y decepción le partieron el corazón: “Sí yo soy, pero enloquecido”. Eso comenzó la discusión que terminaría en una violenta amenaza.

“Van Gogh pintando girasoles” (1888) de Paul Gauguin.
23 de diciembre de 1888. Vincent recibe una carta: su hermano se casa, ¡está feliz! Su prometida se llama Joana Bonger, es pianista y trabaja en la Biblioteca del British Museum, Para la mente atormentada de Van Gogh, no caben dos amores en un mismo corazón. Si su hermano amaba a Joana, lo abandonaría a él.
Ese mismo día, Gauguin le anuncia que se va.
Es así que Vincent sufre dos “abandonos” en un mismo día que lo dejaron devastado. Tomó una navaja de afeitar y se mutiló la oreja izquierda; ensangrentada, la envuelve en un trozo de papel tipo periódico, sale de la casa amarilla, se dirige al Burdel que acostumbraba, pide por “Rachel” y le entrega el paquete: “Toma esto, cuídalo, es algo mío para ti”, fueron las palabras de Vincent a Rachel, que en realidad hoy sabemos que se llamaba Gabrielle y que no era prostituta, sino la chica de limpieza, y que Van Gogh no la amaba, sólo era su amiga, por la que tenía una profunda compasión debido a lo que ella también había sufrido tiempo atrás.

“Autorretrato con oreja cortada y pipa” (1889) de Vincent Van Gogh.
Después de los brotes de locura, el joven pintor entraba en calma y experimentaba culpa. Él mismo le pidió a Theo que lo internaran. Theo no sólo pagó por una habitación en el asilo psiquiátrico de Saint-Remy, sino por dos: una para que Vincent durmiera, la otra para que pintara. Más de 150 cuadros fueron creados durante ese tiempo. Tenía paz. Entraba y salía con un permiso especial. Su lugar favorito era el jardín y su actividad predilecta era mirar por su ventana. “La Noche estrellada” (1889), el cuadro que le ha dado la vuelta al mundo asombrando con sus tonos azules y remolinos de luz, fue el resultado de un largo día de plática con Theo cuando éste lo visitó.

“La noche estrellada” (1889) de Vincent Van Gogh.
Vincent mejoró, visitó a Theo y a Joanna, para recibir la última noticia feliz de su vida: serían padres y habían decidido que el pequeño se llamaría: Vincent Willem Van Gogh. Al salir del psiquiátrico, de nuevo, Theo le ayudó a mudarse. Eligieron juntos la Ciudad de Auvers-sur Oise, donde los campos y la luz serían ideales para pintar y donde vivía el doctor Gachet, el que sería su médico y también su amigo.
Gachet sabía de su condición y además era un pintor amateur que apoyaba al movimiento impresionista. Su esposa y dos hijas recibían a Vincent para cenar y conversar. El doctor jamás se imaginó que uno de sus retratos se vendería en 1980 por 82.5 millones de dólares. De hecho, en vida Vincent Van Gogh vendió un solo cuadro y solamente una vez expusieron sus pinturas, esto gracias al cariño que la gente le tenía a su hermano Theo y a su esposa Joanna.

“Retrato del Dr. Gachet” (1889) de Vincent Van Gogh.
27 de julio de 1890. El Dr. Gachet le escribe a Theo: “Toma el siguiente tren a Auvers, Vincent está muy mal herido”. Hasta el año 2011 la versión de la muerte de Van Gogh era una: “intento de suicidio”, un disparo en el pecho. Pero los investigadores Steven Naifeh and Gregory White Smith,
premios Pulitzer por su libro sobre Pollock, sacaron a la luz las inconsistencias y mitos alrededor de la muerte de Vincent:
Apuntan a que el disparo fue accidental por parte de unos jóvenes que, entre bromas, molestaban al pintor en el campo.
28 de julio de 1890. Theo llegó a Auvers, Vincent estaba en la cama, sentado, con el pecho vendado y la mirada suave. Theo lo abrazó durante toda la noche. Vincent le dijo que se sentía en casa, que lo lleve por favor, Theo se lo promete. Pero no lo pudo cumplir: el 29 de julio de 1890, a sus 37 años de edad, Vincent Van Gogh amaneció muerto en los brazos de su hermano.
Seis meses después, Theo, con tan solo 34 años, murió repentinamente.
La tristeza de la vida sin su hermano se le acumuló y otras enfermedades que guardaba en silencio terminaron con su vida.
Joanna no lo pensó, decidió que descansara junto a Vincent en el cementerio de Auvers-sur Oise, la tumba de uno está al lado de la del otro, juntos como en vida.

“Tumbas de Vincent y Theo Van Gogh en cementerio de Auvers-sur Oise”. Autor desconocido. Fotografía obtenida de: La Vanguardia.
Joanna catalogó las cientos de cartas que intercambiaron y viajó por la ruta de Vincent, recuperando sus cuadros, no se cansó hasta ver cumplido el sueño de los hermanos Van Gogh… y lo logró: llevó los cuadros de Vincent a toda galería que pudo, con todo experto en arte hasta que su grandeza fuera reconocida.
Hoy sin duda, es uno de los pintores más admirados en el mundo: más de 800 cuadros, mil 600 dibujos y bocetos, cientos de cartas con frases memorables, es ¡uno de los grandes maestros del arte! Más de dos millones de personas hacen fila cada año para visitar su museo y legado en Amsterdam. Pero detrás de esta historia y de sus trazos multicolor hay una razón de vida, un aliento que le permitió existir, y ese fue el amor incondicional de su hermano, quien pudo ver en Vincent Van Gogh lo que nadie más.
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María Guadalupe ESCOBEDO Díaz de León
AMOR ARTE, Reconocimiento.
María Guadalupe ESCOBEDO Díaz de León
Vincent, ARTE. Theo, Amor. Joana, Admiración.
Simplemente ejemplares.