
La Renovación Del Arte En La Poesía Vanguardista
La poesía vanguardista
Durante la segunda década del siglo XX, el Secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, buscó impulsar la cultura y el arte de la mano de un grupo de jóvenes artistas, escritores e intelectuales. Este grupo realizaba una crítica al pasado y las formas modernas del arte y la literatura. En su búsqueda por crear algo nuevo, dieron paso a la corriente del vanguardismo mexicano.
Querían crear un arte liberador que expresara la verdad sin temores.
Este movimiento fue impulsado en varias formas literarias como el teatro, la narrativa y el ensayo, pero tuvo mayor fuerza en el género de la poesía.
En sus poemas, los jóvenes autores vanguardistas buscaban reflejar aspectos de la realidad de una manera libre, con enfoque narrativo y libertad de estilo; pero también con un rigor perfeccionista que buscaba dar fuerza a sus poemas con el fin de causar un impacto cultural y filosófico. A esta generación de poetas se les conoce como Los Contemporáneos, pues ese era el nombre de la principal revista en donde se publicaban sus obras.
Inició con unos pocos, pero las influencias de Los Contemporáneos pronto cobraron fuerza, atrayendo a nuevos autores. El resultado fue una serie de revistas y antologías en donde se publicaron y comentaron los poemas de esta generación.
Enrique González Rojo (1899-1939)
Fue uno de los primeros poetas del grupo de Los Contemporáneos. Conoció a otros autores importantes de este movimiento, tales como Carlos Pellicer, Bernardo Ortiz de Montellano y Jaime Torres Bodet, a través del grupo de escritores Ateneo de la Juventud. Publicó sus primeras obras en las revistas San-Ev-Ank (formada por poetas Contemporáneos) y Pegaso. También fue uno de los fundadores de la revista Contemporáneos, la cual tuvo sus inicios en 1928 y ganó gran popularidad en México de aquella época.

Enrique González Rojo. Fuente: Enciclopedia de la Literatura en México
Su obra literaria maneja, con gran ingenio y disciplina, los recursos literarios y formas poéticas, tales como la rima y metáfora, pero también muestra una libertad e innovación propia de los poetas vanguardistas mexicanos.
En el mar de las quietas latitudes,
navegábamos
sobre las ondas azules
y en compañía de los pájaros.
La mañana era clara y el pensamiento claro
en el mar de las quietas latitudes,
porque era nuestro el canto
de la brisa, y el perfume
delas ondas, y el espectáculo
de las luces.
Como las horas inútiles,
no se marcaba nuestro paso
en el mar de las quietas latitudes,
y nuestros deseos fantásticos
morían contra las inmunes
corazas de los trasatlánticos,
contra el vuelo apacible de las nubes
y contra los rayos
del sol de octubre,
descoloridos y románticos…
María Enriqueta Camarillo (1872-1968)
Es una de las poetas más invisibilizadas de la generación de Los Contemporáneos y de la historia de la literatura mexicana. Fue novelista, además de poeta. Sus primeros poemas fueron publicados en El Universal bajo el seudónimo de Iván Moszkowski, ya que era muy difícil para las mujeres de esa época que sus obras se leyeran.
A pesar de ser constantemente opacada por los otros poetas vanguardistas (todos ellos hombres), logró formarse como escritora profesional y su obra fue tan reconocida que fue nominada al premio Nobel en 1951. Incluso recibió comentarios positivos de la famosa autora mexicana Gabriela Mistral. Sin embargo, el tiempo se encargó de dejar a Camarillo en el olvido. Su estilo se considera anticuado, y el enfoque conservador ha hecho que las mujeres en la actualidad no logren identificarse con su obra. No obstante, es importante reconocer su aportación a la literatura mexicana y su talento como escritora de principios del siglo XX.

María Enriqueta Camarillo. Fuente: Kiosco de la Historia
Su obra tiene un estilo narrativo que nunca pierde la musicalidad y ritmo propios de una pluma poética habilidosa.
En tanto que caía mansamente, .
díjome el chorro en el pilón derruido:
«Del jardín de tu dueño aquí he venido;
hoy canté mis canciones en su fuente.
El rumor celestial de mi corriente
cosas tan dulces murmuró en su oído,
que el dueño de tu amor, agradecido,
ha puesto en mí sus labios reverente…»
Dijo así en el pilón. El sol ardía,
eran de fuego sus fulgores rojos…
Y yo que en fiera sed me consumía,
al tazón me incliné y bebí, de hinojos,
ese beso que él puso en la onda fría,
y que nunca pondrá sobre mis ojos…
(Poema “Así dijo el agua” de María Enriqueta Camarillo)
Manuel Maples Arce (1900-1981)
No se suele considerar a Maples Arce como parte del grupo de poetas llamados Los Contemporáneos; incluso se ha hablado de una rivalidad entre el poeta y este grupo debido a una antología de poesía mexicana publicada por el Contemporáneo Jorge Cuesta en donde, según Maple, se critica a su obra de manera injusta. Sin embargo, en ocasiones se agrupa a este autor con Los Contemporáneos dado que él también fue un importante exponente de la poesía vanguardista de México.
Nació y creció en Veracruz; fue poeta, ensayista, diplomático y político. Siempre estuvo involucrado en la política del país, tomando cargos públicos como Secretario de Gobierno y embajador de México en diversos países. Fue impulsor del arte y la cultura. Su labor literaria apostaba por crear obras nuevas e innovadoras que no estuvieran restringidas por el arte academicista. En 1921 publicó, en la revista Actual, el Comprimido estridentista, un documento en donde criticaba al arte y la literatura del pasado, a la vez que proponía una renovación de éstas a través de un movimiento artístico vanguardista que él mismo fundó, llamado Estridentismo.

Manuel Maples Arce. Fuente: Enciclopedia de la Literatura en México
El movimiento estridentista buscaba una exaltación de lo moderno, lo urbano y lo tecnológico. Su poesía rompe con las reglas gramaticales, utiliza palabras poco melódicas e inusuales para la poesía, y hace descripciones agresivas y sorprendentes del espacio físico.
Yo soy un punto muerto en medio de la hora,
equidistante al grito náufrago de una estrella.
Un parque de manubrio se engarrota en la sombra,
y la luna sin cuerda
me oprime en las vidrieras.
Margaritas de oro
deshojadas al viento.
La ciudad insurrecta de anuncios luminosos
flota en los almanaques,
y allá de tarde en tarde,
por la calle planchada se desangra un eléctrico.
El insomnio, lo mismo que una enredadera,
se abraza a los andamios sinoples del telégrafo,
y mientras que los ruidos descerrajan las puertas,
la noche ha enflaquecido lamiendo su recuerdo.
El silencio amarillo suena sobre mis ojos.
¡Prismal, diáfana mía, para sentirlo todo!
Yo departí sus manos,
pero en aquella hora
gris de las estaciones,
las palabras mojadas se me echaron al cuello,
y una locomotora
sedienta de kilómetros la arrancó de mis brazos.
[…]
Estos son solo algunos de los personajes que marcaron la literatura de las primeras décadas del s. XX en México con su poesía innovadora y original. Sus obras se han convertido en importantes exponentes de la poesía mexicana y han impulsado e inspirado a futuras generaciones de poetas a publicar sus propias obras y seguir creando nuevas formas de escribir poesía.
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