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América No Existe: Una Perspectiva Decolonial

“Real, verdadera y literalmente, América, como tal, no existe.” Esta cita de Edmundo O’Gorman, responde a la idea principal que este artículo plantea: la descripción que hace el colono de aquello que ha colonizado, no corresponde con la realidad.

Para adentrarnos en la discusión, es necesaria una revisión crítica de la historia que se conoce como la Historia Oficial. Es bien sabido que la historia, entendida como una serie de conflictos territoriales y económicos a través del tiempo, es narrada por quienes resuelven de forma victoriosa esos conflictos. Por no mencionar que los poderes políticos y/o religiosos suelen perpetuar una sola versión histórica de los hechos, conservada en sus respectivas tradiciones. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que esta historia oficial presenta un sesgo. Esto es a lo que la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie llama La Historia Única.

El peligro de la historia única es que aquella versión sesgada, conforma la representación colectiva de aquello que se relata, y, en consecuencia, de la identidad de aquellos que son relatados. Chimamanda escribe: 

“Así es como se crea una historia única, se muestra a un pueblo solo como una cosa, una única cosa, una y otra vez, y al final lo conviertes en eso. Es imposible hablar de relato único sin hablar de poder”
Chimamanda Ngozi Adichie, escritora nigeriana: “Sí importan las historias que leemos” « Diario y Radio Universidad Chile

Fotografía de la escritora Chimamanda Ngozi Adichie. Fuente: Radio de la Universidad de Chile.

Y es, en efecto, una cuestión de poder. Aquello que relata el colono acerca de un pueblo será sustancialmente importante para su representación ante el resto del mundo, y esto puede perpetuar dominio y sometimiento de diversas índoles: epistemológica, espiritual, cultural, racial, etc.

La invención de dos identidades

Cuando decimos que una persona hace una representación de otra, lo que queremos decir es que esa persona le da identidad a la otra desde el juicio y prejuicio que hace de ella. Es decir, no dice lo que es, sino lo que cree que es.

Ahora bien, debe considerarse que esta representación es bicondicional. Cuando el colono representa al natural (la persona nativa), también se está representando a sí mismo como lo opuesto a lo que está conquistando.

En el momento en el que Rudyard Kipling, autor de El Libro de la Selva, sentencia que los africanos son “mitad demonio, mitad niño”, también está diciendo que los británicos, sus colonos, son maduros y angelicales. Esa representación, que se configura a través del poder, suele ser para confirmar la supremacía de quien la emite. Pero esa representación solo obedece a intereses utilitarios. Como se ha dicho, no corresponde con la realidad. Prestemos atención a lo que escribe Freud en “El Malestar de la Cultura”

“A medida que progresaban los viajes de descubrimiento se entró en contacto con pueblos y etnias primitivos. A raíz de una observación insuficiente y un malentendido en la concepción de sus usos y costumbres, los europeos creyeron que llevaban una vida […] inasequible a los visitantes, de superior cultura.”

Freud sugiere que esta idea de los colonos estaba equivocada, puesto que los pueblos colonizados contaban ya previamente con elementos propios de una cultura avanzada.

Archivo:Machu Picchu, Peru.jpg - Wikipedia, la enciclopedia libre

Ruinas de Machu Picchu, en Perú. Las construcciones son consideradas magistrales en tanto a la arquitectura e ingeniería.

Mientras que el colono quiera configurar su identidad como la de un hombre venido de una cultura superior, altamente evolucionada con respecto a la de los pueblos originaros, siempre representará al natural como inferior, sin importar que en la realidad esto no sea verdadero. Tal y como asegura Marcel Proust:

“Los hechos no penetran en el mundo donde viven nuestras creencias”

El método de la razón

Un ejemplo es el de la famosa Enciclopedia de Diderot y d’Alembert, la cual tuvo una reedición en el año de 1776. El apartado de América extendió su entrada con respecto a la edición original. El encargado de esta nueva ampliación fue Cornelius Franciscus de Pauw, filósofo y geógrafo neerlandés, quien se hacía llamar especialista en América.

Entre las no escasas descripciones que De Pauw escribe sobre los naturales americanos, podemos percibir un racismo inherente a su estudio de América; que en virtud de su formación cartesiana y naturalista, justifica de acuerdo a las características ambientales del continente. ¿Desde qué formación, y con qué propósito enuncia su discurso racista?

La Enciclopedia, como su nombre completo en francés lo sugiere, está escrita para la configuración de una sociedad europea moderna. Para personas, doctas, ilustradas y sapientes; científicos y letrados. Por la manera en la que De Pauw se refiere al continente americano, se entiende que no se espera que esta Enciclopedia sea leída por una persona no europea. Prueba de ello es que Clavijero, al leerla y encontrarse con las sentencias que catalogan a los criollos como diferentes a los europeos, redacta una defensa de los naturales americanos, similar a la utilizada en el discurso de emancipación de los naturales durante la Independencia de México, y esto comienza a conformar una identidad criolla. De Pauw escribe:

“[…] había en América un gran número de naciones pequeñas, sumergidas cual más cual menos en la barbarie y en el olvido de todo lo que significa ser animal racional”

Si este ejemplo nos sirve para ilustrar el posicionamiento que tiene el investigador con respecto al “objeto de estudio”, sobran citas en las cuales llama a los americanos perezosos, estúpidos, pobres y viciosos. Es la personificación de ese ideal de hombre europeo ilustrado ante su opuesto, el bárbaro, incivilizado e imbécil.

Para el hombre ilustrado, los pueblos americanos siguen siendo, como cuando su continente se encontró con el nuestro, cuna de holgazanes e ignorantes. La representación de los americanos sigue siendo igual a la de doscientos años antes.

Es de especial interés observar que la manera en la que se desarrolla el discurso de la supremacía racial es diferente: durante la Disputa de Valladolid, quienes sostenían que los naturales no eran inteligentes, lo hacían sosteniendo que no tenían alma, y por tanto, no eran hijos de Dios.

El hombre moderno, ilustrado, ha renunciado a las explicaciones religiosas y espirituales. Fundamenta su racismo en el naturalismo: atribuye a características de la naturaleza, razonables a través de la ciencia, su supremacía étnica y racial.

El discurso es el mismo; el método, diferente. Ahora bien, ¿de dónde surge este método?, pues ni más ni menos que de quien muchos consideran el padre de la modernidad: René Descartes. El “pienso, luego existo de Descartes sugiere un yo implícito en la sentencia. Es este yo quien conoce y configura la verdad. El sociólogo puertorriqueño Ramón Grosfoguel, quien sostiene esta tesis, escribe:

“Si bien Descartes nunca define quién es este «yo», es claro que en su filosofía ese «yo» reemplaza al Dios de la cristiandad como nuevo fundamento del conocimiento y sus atributos constituyen una secularización de los atributos del Dios cristiano.”
Al racismo lo sustentan las instituciones: Ramón Grosfoguel | Universidad de Guadalajara

Fotografía de Ramón Grosfoguel. Fuente: Universidad de Guadalajara.

Es decir, se trata de un yo que adquiere las propiedades de Dios. Un yo que es capaz de alcanzar la Verdad objetiva e indubitable, aquello que, hasta entonces, solamente era alcanzable por Dios.

Pero quizá lo más importante de este yo, según demostraron los adeptos a la filosofía de Descartes, como es el caso de De Pauw, es que es un yo del cual no participan los americanos, ni los negros, ni las mujeres, ni los orientales. Todas aquellas voces que han sido enmudecidas, porque no son capaces de producir la Verdad, tal y como sí lo hace el hombre europeo ilustrado.

De modo tal que, como hemos dicho, la Verdad es alcanzada y producida por el hombre moderno, sin requerir explicaciones de índole religiosa. Fundamenta su racismo en lo que puede conocer a través de la ciencia y del estudio: la naturaleza. Es un legado que ha sido otorgado a su heredero, el positivismo, y que perdura como motor de la ciencia hasta nuestros días.

Lo que sí existe

Se ha demostrado que la representación de los pueblos naturales obedece a intenciones de poder, y que responde a ese mismo poder, sin importar que la realidad no corresponda con dicha representación.

Esta es la idea subyacente al enunciado de O’Gorman de que América no existe. Puesto que lo que llamamos “América” es esa representación europea de las culturas de un continente ajeno al suyo. Chimamanda demuestra que ese mismo proceso de representación sucedió con África por parte de sus colonos europeos. Mientras que Edward W. Said nos demuestra que Asia sufrió la misma suerte. La Representación occidental del “Otro” ha sido un fenómeno que ha atravesado a todas las culturas no occidentales. Préstese especial atención a esta nota de Yung: 

“La cuestión de cómo ‘nosotros’ construimos y hemos construido conocimientos del ‘Otro’, de otras gentes y otras culturas, constituye la base de lo que se ha dado en llamar ‘teoría del discurso colonial’, que examina la manera en la que se desarrolló un tipo especial de discurso para describir y administrar el terreno colonial.”

Como bien se ha descrito y demostrado a través del análisis de diversas fuentes, aquello que conocemos como “historia oficial” no es más que una representación cargada con un sesgo colonial, configurado por el poder de quienes han sometido a los demás; y, en consecuencia, no corresponde con la realidad. Al estudio de los pueblos sometidos desde una perspectiva propia, que les permita configurar su propia identidad, se le ha llamado académicamente decolonialismo.

Por ello es que este doce de octubre, debemos conmemorar la memoria de la realidad. No hubo tal “descubrimiento” de América, sino su invención. América es el nombre que los viajeros europeos dieron a una tierra nueva para ellos. Y con el nombre vino la representación de lo ajeno.

Protestas en Colombia: derribaron una estatua de Cristóbal Colón en Barranquilla | Al grito de “Colón asesino” | Página12

Manifestantes derriban una estatua de Cristóbal Colón durante protesta en Colombia como un acto decolonial. Fuente: Página12.

La realidad, lo verdaderamente existente de los pueblos originarios está en su gente, en los hombres y mujeres de verdad que son herederos de su propia cultura. Se encuentra en sus construcciones, en sus ropas, en sus cantos, rituales, tradiciones y filosofías.

Hemos de prestar atención, con ojo crítico, a aquello que tradicionalmente se describe de las culturas no occidentales, para poder aproximarnos a la verdad. De otra forma, seguiremos enceguecidos por el velo de la historia única; nuestros discursos seguirán siendo enunciados desde este sesgo, y jamás podremos hacerle frente a la realidad, puesto que el racismo y sexismo de De Pauw es tal que el racismo/sexismo que hoy en día sigue siendo evidente veneno de la sociedad occidentalizada.


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