
Por Todos Los Que Soñamos Con Tener Una Banda De Rock
El 13 de julio de 1985, el Estadio Wembley de Londres y el John F. Kennedy Stadium de Filadelfia, celebraron de manera simultánea el concierto Live Aid. Un espectáculo que contó con la presencia de casi 80 artistas de rock y otros géneros, y que tuvo más de 75 mil espectadores. Este evento se hizo a beneficio de la crisis que vivían los países africanos de Etiopía y Somalia, después de una fuerte sequía que atravesaron entre 1983 y 1985.
Fuera de las controversias que el evento ha ocasionado (por aquello de la imagen salvavidas que tiene Occidente ante el mundo) pocos pueden olvidar la icónica presentación de artistas como Queen o David Bowie en este concierto. Incluso los que todavía no nacíamos y lo vimos años después en YouTube.
En conmemoración de este evento que marcó la trayectoria artística de muchas bandas, cada 13 de julio se celebra el Día Mundial del Rock.
Pero más que hablar de bandas exitosas o la música rock del momento en este día, quisiera hablar de algo quizás un poco menos top: la pasión por el rock, su influencia en la cultura y el anhelo que algunos tuvimos por estar en una banda.
Estoy segura de que muchas personas alguna vez soñamos con ser estrellas de rock, o de cualquier otro género musical. Podíamos sumergirnos en nuestra imaginación y jugar al concierto multitudinario o a nuestra premiación en los Grammy. Algunos fuimos esa niña o niño que imitaba a su artista favorito frente al espejo. Otros fueron el grupito de amigos que se reunía en un garaje a cantar covers.

Un ensayo de The Beatles según imágenes de la película “The Beatles: Get Back” (2020). Fotografía de Autor desconocido.
Yo empecé a escuchar rock más o menos a los 13 años y no porque me haya topado con un disco, o mi familia me lo haya transmitido. Mi mamá escuchaba cumbias, vallenatos y rancheras. La verdad es muy simple: me gustaba un chico metalero de la orquesta donde tocaba y quería llamar su atención (shame on me).
Comencé escuchando bandas como Iron Maiden, Metallica, Korn, Pantera… Tiempo después tuve una mejor amiga que era emo y muy fan de Pxndx. Con ella fui descubriendo otras bandas como Alison, Kudai o My Chemical Romance, y obviamente tuve un mega crush con Gerard Way. En la prepa tuve dos amigas muy rockeras y otakus que me presentaron a System of a Down, Green Day, Linkin Park, Simple Plan, Paramore y las que hoy diría que son mis bandas de rock favoritas: Queen y The Beatles. Esto hablando únicamente de bandas extranjeras.
Después de que mi crush metalero me ignorara por completo, me terminó gustando más el rock que él y comencé a ir a los toques masivos que se armaban en mi ciudad. Allí descubrí a bandas venezolanas como Viniloversus, Los Mentas, Tomates Fritos y la que sí es mi banda favorita hasta la muerte: La Vida Boheme. Básicamente pasé de ser una metalera bien poser a tener un gusto muy fuerte por el indie rock.
Siempre he pensado que la música juega un papel vital en la cultura y la identidad de las personas.
El rock específicamente ha tenido gran impacto en grupos sociales muy jóvenes que se han opuesto a ciertos sistemas de control, ya sea económico, político, religioso o familiar. Ha sido criticado por apropiarse y explotar la cultura de la protesta en el mundo occidental. Se le ha catalogado como una forma de imperialismo cultural y también se la ha reconocido por tener declaraciones políticas sobre asuntos como la guerra, la religión, la pobreza, los derechos humanos o el medio ambiente.
Pero más allá de su dimensión política y/o mediática, el rock también ha sido un lugar seguro y divertido para muchas personas en distintas etapas de su vida, especialmente la adolescencia. Un espacio para explorar la identidad, el estilo, la sensibilidad artística, la desinhibición y también los sueños.
Al tratar de escribir algo sobre el Día Mundial del Rock, tuve la inquietud de saber qué historias se esconden detrás de estas personas con alma de rockstar que por una u otra razón no llegaron a serlo. Aquí comparto algunas experiencias:
Sobre Itzel, o los sueños que se transforman
Itzel soñaba con ser cantante desde que era niña. Siempre buscó lugares donde pudiera seguir ese sueño y participó en coros, tomó clases de canto, se presentó en plazas comerciales y fiestas. Una vez un amigo de su mamá la invitó a cantar en un grupo cristiano que hacía espectáculos para bodas y quince años. Sin darle demasiada importancia al asunto religioso, accedió a estar en el grupo con tal de seguir cantando.

Fotografía de Itzel Riqué (2020). Autor: Pedro Massa
“A mí me gustaba el rock desde la secundaria por Guns n’ Roses, luego Pink Floyd, el Tri y así empecé a escuchar bandas. Me llamaba mucho la atención la forma en que cantaban tan desinhibida, la ropa que usaban y la energía que le ponían a la música y la interpretación. Me parecía muy fascinante.”
Cuando entró al grupo cristiano de canto, pensó que tal vez podía convencerlos de tocar música rock. Al mes se dio cuenta de que eso no pasaría, pues los valores religiosos del grupo eran más fuertes que cualquier otra cosa y creían que el rock era un género capaz de corromperlo todo. Finalmente, abandonó el conjunto.
Ahora Itzel es actriz y creadora escénica egresada de la ESAY, vive en Mérida y admite que se arrepiente un poco de no haber buscado más cómplices para formar su banda. Comenta con un dejo de nostalgia que su sueño de ser cantante de rock se quedó en eso: un sueño.
Yo la escucho y pienso que, como actriz, un personaje de rockera no le quedaría nada mal. Muchas veces la ficción también ayuda a cumplir los sueños.
Sobre Luis, o los sueños que se persiguen
Luis es un joven actor y productor audiovisual de Cholula, que en su adolescencia tuvo el sueño (y también el ímpetu) de formar una banda de rock. Mientras iba en la secundaria, su hermano mayor le regaló un ipod y todos los días en el receso se sentaba a escuchar My Chemical Romance, Pxndx, The Strokes y hasta Tokio Hotel con un amigo.
Durante un tiempo formó parte de la banda de música de su escuela. Él tocaba la guitarra y su amigo el bajo. Juntos tuvieron la idea de hacer una banda de rock y tocar covers. Comenzaron a ensayar pero solo lograron sacar dos canciones, entre ellas “Reptilia” de The Strokes.

Fotografía de Luis Casco (2020). Autor: Luis Casco
Después de entrar a la preparatoria, Luis insistía en formar su banda con amigos que iba conociendo. Después de tocar con su primera banda en una feria de Cholula, y a pesar de que su único público era un grupo de borrachos, él sintió que quería dedicar su vida a la música y comenzó a estudiar en el conservatorio.
Con el tiempo pasó de tener una banda de rock a formar una rondalla. Escuchaba y practicaba boleros, escribía canciones que no terminaba, cantó serenatas por Cholula en un 10 de mayo… Hasta que terminó la prepa y se deshizo el grupo, pero él seguía tocando canciones con su mejor amigo Alex.
“Aunque no hubiera visto muchas películas de rock ni tanto el estilo de cómo se vestían o cómo vivían, yo sabía desde la secundaria que quería ser un rockstar”
Fue hasta que entró a la carrera de teatro en la UDLAP que volvió a formar una banda de rock con la que solo tocaba covers. Un día invitó a su primo que también era músico y él le ayudó a terminar tres canciones originales.
Luis se describe a sí mismo como un hiperactivo y curioso sin remedio. Hace hincapié en una anécdota muy especial para él, donde cuenta que intentaron tocar dos veces en un espacio cultural de Cholula que se llamaba Segundo Piso, y por errores en la organización del lugar no pudieron. Estaban decepcionados y dispuestos a irse, cuando uno de los integrantes entró de prisa a decirles que en otro espacio necesitaban una banda de cierre. Corrieron al lugar y enseguida se instalaron mientras el bar cerraba porque ya era tarde, y así ofrecieron un mini concierto a los clientes que quedaban.
“Yo era el que cantaba, sabía que cantaba feo y me daba pena hablar pero en ese momento con la adrenalina dije: ¿Qué pedo bandaaaa? Y la gente bien emocionada. Tocamos Reptilia, una de Arctic Monkeys y creo que una de nuestras canciones. Fue súper bonito porque la gente nos aplaudió mucho, gritaron con nosotros. Ese día dije: esto es lo que quiero hacer toda mi vida. Obviamente no pude.”
Después de eso siguieron ensayando y tocando en espacios públicos, hasta que Luis empezó a tener mucho trabajo y poco tiempo. Su vida se iba enfocando cada vez más en el teatro, su primo entró a la universidad, el baterista comenzó a estudiar arquitectura… Se dejaron de ver.
“Terminé la carrera y ya nada más tocaba yo la guitarra solito. Siempre quise volver a intentar otra banda. Justo hoy le hablé a mi primo y le dije: oye, vamos a sacar unas canciones”
Y sin embargo, en una mezcla de nostalgia y risas, él insiste.
Sobre Horacio, o los sueños que solo se disfrutan
Horacio es fotógrafo profesional y vive en el centro de la Ciudad de México. Su primer acercamiento al rock fue por The Beatles. Cuenta que una vez su mamá compró un casete de la banda y no podían dejar de escucharlo. De allí surgió su ilusión por tocar la guitarra y tomar clases.

Fotografía de Horacio Flores (2021). Autor: Horacio Flores
“Quería mi guitarra eléctrica, no me la querían comprar. Me puse a vender cohetes y me la pude comprar. Nunca fui bueno, tampoco malo y pues sí tenía mi bandita con un amigo. Nos conectábamos a los estéreos de nuestra casa y tronábamos la bocina para que se escuchara distorsionado. Tocábamos mal pero nos divertíamos mucho.”
Aunque nunca tuvo una banda formal, Horacio rescata de esa etapa de su vida cómo la actitud, las ganas y la ilusión por ser un rockstar ayudaron a construir en él una gran sensibilidad artística. Gracias a su acercamiento al rock, se dio cuenta de qué tan poderosa es la música y el arte para las personas.
“Hasta la fecha sigo siendo rocker. Obviamente ya no tengo banda ni nada, pero sigo tocando la guitarra, empecé a tocar ukulele y es algo que sigo explorando.”
La única vez que tuvo un acercamiento semiprofesional a una banda de rock fue a los 18 años. Regresaba a vivir a la casa de sus padres en Ciudad Valles, San Luis Potosí, y un amigo lo invitó a cantar en una banda de rock para una feria. Esa fue la primera vez que cobró por hacer música. También en la universidad llegó a participar con su banda en concursos de la canción, donde tuvieron éxito a nivel escolar porque sus canciones eran chistosas y la gente se apropiaba de ellas para bromear.
Cuenta que su sobrina de 14 años quiere aprender a tocar y él le regaló una de sus guitarras eléctricas. Aunque ella tampoco se dedique a la música formalmente, para Horacio es importante apoyarla y estimular su visión artística.
“De repente veo cómo ella pega los pósters en la pared, trae las playeras de las bandas…”
Y lo dice como si hablara de sí mismo.

Presentación de Queen en el concierto Live Aid (1985). Autor: @fmrockandpop
Ya sea por inspiración de un artista, por el aprendizaje de un instrumento o simplemente por escuchar una canción en la radio, no hay duda de que el rock es uno de los géneros musicales más potentes y apreciados en la cultura popular. Se podría decir que es música de gente privilegiada y culta, pero bueno: hubo un tiempo en el que yo subía una favela todos los días vestida de negro y con unos converse de imitación, escuchando “Get back”.
La potencia del rock, al igual que otros géneros como el rap, se encuentra en su naturaleza disruptiva y la energía que transmite para hacer tambalear cualquier cuerpo o estructura social. Por lo mismo, no es casual que sea la música que muchos descubrimos en nuestra etapa más vulnerable y rebelde, donde lo que más hacemos es equivocarnos y tratar de gritarle al mundo quiénes somos.
Me gusta pensar que, seamos o no fans del rock, todos podemos llegar a ser unos rockstars en lo que sea que hagamos y a nuestra manera.
Parafraseando a Jack Black en la película “Escuela de Rock” (2003), ser un rockstar no se trata de conseguir chicas, emborracharse o ser un artista intocable. Se trata de sentir la música en la sangre, romper con las reglas y enfrentar al sistema. Yo agregaría que parte de esa revolución personal y colectiva, también está en volver a disfrutar los buenos momentos y la buena música, hacer más pausas del mundo, sonreír con los amigos y honrar cada uno de nuestros sueños como una nueva forma de rebeldía.
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