
Para El Artista Pos Pandémico
Recordemos que el trauma es fundamental para la vida. Se encarga de establecer límites, crear culpa y desarrollar instintos de supervivencia. El arte es necesario para coexistir y con una crisis así como esta que estamos viviendo, es indispensable para la creación. Pretender que todo sea estático nunca ha sido parte del instinto humano, ya que de serlo habríamos dejado de existir hace millones de años. El terror ante la insignificancia del esfuerzo individual, ha envuelto a muchos en una ilusión de permanencia y solidez. Sin embargo, la vida misma es finita y todo lo que provenga de los hombres también. Lo anterior edifica la comprensión ante la locura que acompaña al caos. A nivel individual o colectivo los sucesos catastróficos son la condena de la permanencia y nos recuerdan la volatilidad de todo.
La nueva crisis
Hace algunos meses las autoridades de China confirmaron la detección de un virus como un nuevo coronavirus. Un mes previo, los primeros casos de neumonía resistentes ante el SARS y MERS anunciaban lo que pronto desconfiguraría el paradero de la humanidad. Mi primer recuerdo fue leer que individuos aventaban a sus mascotas por la ventana por miedo a ser contagiados y el enorme desconcierto que esto me provocó. Es curioso recordarlo unos meses después, ahora que el mundo me parece irreconocible e incierto.
La cotidianidad pandémica es un fenómeno fascinante y trágico: grupos enormes de individuos pierden la calma, intentos oenegeros (ONG) de salvar empresas y desempleos; hombres con la única alternativa de exponerse ante un virus mortal por supervivencia. Millones de individuos caer muertos en el olvido, en la cifra, en la nueva terrorífica normalidad que hemos asumido tal sociópatas.
Somos seres vivos desnaturalizados y perdidos en la fugacidad, de fe ciega en lo reemplazable, confrontando que nuestra categorización de valores, pone en tela de juicio todo lo que creemos ser: nuestras relaciones interpersonales, la moral y ética, el arte, los anhelos y la vida misma. La ceguera nos ha llevado a caer una vez más en ilusiones con silueta de Babel.
Como artista y no desde la indiferencia, me parece que si lo anterior no es una oportunidad de creación
debería dedicarme a pintar jarrones y manzanas.
El proceso que está por culminar en el arte, empezó hace ya varios años con el surgimiento de las sociedades en masas, el consumo y la comunicación. Todo comenzó en una sociedad posguerra pos-crisis, como pronto será la nuestra.
El final de la Segunda Guerra Mundial fue la oportunidad de adoptar cambios profundos en el arte, ante una humanidad indefensa en plena regeneración de valores. Es por esto que el culto a la vida se subleva en actos de consumo, dándole un sentido a la existencia: perseguir el American Dream y utilizar los renovados poderes adquisitivos. En cuanto al arte, aparecieron nuevas técnicas de reproducción de imágenes y las obras contenían mucha información (collage; fotografías; esculturas; la modificación de tamaños y la repetición de dibujos).
Los artistas estaban creando publicidad; carteles; revistas y diseño industrial. Los productos se democratizaron desde su medio de producción, mismo que adoptó el arte al emplear medios que eran innovaciones del momento. Se instaló el mito romántico del artista y las Bellas Artes se convierten populares, rompiendo el paradigma de accesibilidad elitista a la cultura. Eventualmente, los artistas se desvincularon de las galerías de arte y crearon un nuevo público.
Ahora que se comprende el proceso artístico que trajo la aparición de las sociedades en masas, simultáneamente hubo una revolución del arte electrónico que trajó el arte cibernético y generó soportes tecnológicos como el Net Art. Se instaló una cultura audiovisual masiva y cambió el status de la imagen. Se rompió el paradigma de la interacción del público con la obra y se transformó en una interacción activa. Culminar este segundo proceso será responsabilidad de los artistas pos-pandémicos.
Explotación de recursos cibernéticos
Las posibilidades cibernéticas serán empleadas en su máximo potencial por primera vez:
Se tendrá una exploración por parte del artista para encontrar obras lo suficientemente extrañas
para suscitar la curiosidad del espectador y diferenciarse como arte en un mundo digital desquiciante.
Se logrará la conciencia plena de que los límites del espacio
son sustancias maleables y sencillamente modificables.
el ideal de permanencia de las obras terminará: no serán únicas e irrepetibles,
no trascenderán en la eternidad, pero siempre serán parte
de una nube de información que ahora data a la especie humana.
La pandemia será un tema de discusión y creación desde perspectivas infinita. Así como El Decameron dató sucesos sobre la peste y Picasso regaló “El Guernica”, los pospandemistas regalaremos cambios en los soportes y nuestros temas recordarán a la enfermedad, a la ineficacia del ideal político y sobre todo, los efectos colaterales del aislamiento.

El Guernica (1937), de Pablo Picasso
Futuro de artes plásticas
Como artista plástica, me atrevo a afirmar que el aislamiento no cambió mucho mi vida, he vivido momentos de contemplación como nunca en un mundo contemporáneo. A su vez, miré mi barniceta y mis óleos con un poco de melancolía preguntándome cuánto tiempo más su olor sería parte de mi trabajo. Tomé una cámara para captar una realidad caótica y profundamente estética. Visité imperiosa y compulsivamente todas las galerías que pude (virtualmente), e invité a todos mis conocidos a hacer lo mismo con pausas frecuentes para esbozar una sonrisa de nervio y alegría por este nuevo espacio de difusión artística. Comienzo a tomar en cuenta la posibilidad de un nuevo museo, internacional, accesible y ameno, ¿se llamará Instagram o su nombre todavía no existe?
Noté el aumento de convocatorias online y en mis conversaciones con otros creadores. Vi un filtro desaparecer entre ellos y la exploración interna de sus temas. El hombre está contactando con su alma, la fugacidad de la vida nos ayuda a escapar y es normal lo abrumador que parece abrazar tan íntimamente al espíritu. Sentimos una expansión en la accesibilidad de nuestros anhelos. Por primera vez soy parte de redes sociales dedicadas al arte, comparto y observo sin limitaciones, sin horario de cierre. No hay curaduría que delimite un espacio expandido ni filtros de portafolios, y a mi parecer eso no es algo catastrófico.
Si pienso como artista es algo hermoso, si pienso como profesionista me pregunto cómo mi arte será más exitoso que el de mis net-friends. Siendo pesimista, ¿qué será ahora aquello que delimite qué es arte? ¿La pregunta qué es arte seguirá siendo tan importante? ¿Cómo mantendremos viva la autenticidad y unicidad de las obras? La respuesta a todas estas intrigas, es:
No lo sé.
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