
Dr. Atl: Artista de Fuego
“Yo no nací pintor, pero nací caminante. […]
Con el vivir, el amor por la naturaleza se ha acrecentado en mí”.
– Dr. Atl
Nunca he estado cerca de un volcán. Lo más próxima que he llegado a estar de estos cuerpos de roca y fuego, ha sido durante viajes en carretera hacia Puebla o Veracruz o cuando los veo desde el aire en un avión. Pero a pesar de la distancia, algo es cierto. Lo majestuoso de los volcanes cautiva, hace que no despegues tu vista del cristal y quieras correr para contemplarlos desde abajo, oportunidad que no tienen muchos.
Sin embargo, existió un pintor jalisciense que absorbió la grandeza no sólo de los volcanes sino de diferentes tipos de paisajes en nuestro país.
Gerardo Murillo, conocido por el seudónimo de Dr. Atl, fue un alma libre. Pintor, vulcanólogo, escritor, geólogo y explorador, usó el paisaje como una posibilidad de arte moderno en México dándole un sentido nuevo acorde a su tiempo.
Desde muy joven, Atl convivió con la naturaleza “sin proponérselo”. En un texto escribió:
“Confieso que yo no soy paisajista por vocación, sino por consecuencia. Caminante antes que todo, recorrí campos y montes desde muy niño, y un día, espontáneamente, me encontré a mí mismo copiándolos sobre papel con la punta de un lápiz.”

“El cráter y la Vía Láctea” (1960) de Dr. Atl.
Como aventurero exploró cordilleras nevadas en Europa y América, pero vivió atraído por los paisajes de la sierra neovolcánica mexicana, donde plasmó su espíritu a través de su arte.
Estrategias para la expresión
A diferencia de los paisajistas que lo precedieron, como su gran maestro y amigo José Maria Velasco, Atl no reprodujo el paisaje tal cual lo veía, con la exacta topografía, vegetación o perspectiva, sino que pintó las sensaciones y emociones que le provocaba el estar frente a la naturaleza. Su propósito principal era pintar lo que la fotografía no podía reproducir. Para esto, se concentró en pintar lo sublime que representa la majestuosidad y grandeza de lo natural: la temperatura del aire, los aromas, las ráfagas de viento, la humedad y el polvo.
Por medio del color y los contrastes de luz, creó sensaciones envolventes; y es que estar frente a una obra de Dr. Atl es vivir la violencia y fuerza de la naturaleza en contraste con lo vulnerable y efímero de la humanidad.
“Erupción en apogeo” (1960) de Dr. Atl.
Atl abandona en su obra la pincelada pequeña y la perspectiva tradicional. En sus trabajos se aprecia una nueva percepción del paisaje, como memoria histórica y cultural de nuestro país. En sus pinturas los árboles y las montañas fueron siempre los modelos de sus obras siguiendo una línea fauvista-impresionista, con un manejo monumental del espacio, lleno de fuerza y con horizontes curvados en busca de amplitud y movimiento.
Encontró siempre en su pintura una gran representación de la energía de la tierra, de la energía del Cosmos, de la unión entre el corazón energético de la tierra y del universo.
Atl-Colors
Sus grandes habilidades en otras disciplinas lo llevaron a inventar formas de pintar, buscando nuevos materiales para darle un toque personalizado a sus obras. En sus travesías por los volcanes de México, especialmente el Popocatépetl e Iztaccíhuatl, desarrolló los Atl-Color, pinturas pastel obtenidas de piedras volcánicas o de la naturaleza.
Dr. Atl los describía como:
“Un procedimiento sólido, a base de cera y resinas en forma de barras de color pastel pequeñas, de todos colores y en todos los tonos. Su manipulación es fácil y su luminosidad puede ser espontánea”.
La necesidad de recrear la maravillosa roca fundida, los rojos de la lava y la intensidad del fuego, fueron la inspiración para que Atl creara estos pigmentos que le daban más luz, textura y color a sus obra. Podían ser aplicados sobre papel, tela, o madera.
Los Atl-Color fueron celosamente resguardados por él, al grado que la única artista que pudo usarlos fue Nahui Olin, con quien sostuvo un fuerte romance.

“Nahui Ollin” (1922) de Dr. Atl.
Atl hizo pruebas de resistencia y calidad de sus colores en el Popocatéptl y en el Pico de Orizaba, con altas temperaturas y en medios completamente helados. A pesar de las condiciones extremas, los Atl-Colors se fijaban con facilidad. Sin embargo, al ser hechos con materiales naturales, el color de los pigmentos se fueron modificando pero no dejan de ser extraordinarios.
La Erupción del Paricutín
“… de repente, la Naturaleza puso a la
puerta de mi casa un volcán nuevo.”
Dr. Atl
Su amor y obsesión por los volcanes le llevó a Atl a presenciar un evento formidable. En la década de 1940, el volcán Paricutín crecía en el horizonte michoacano mientras el Dr. Atl se debatía noche a noche con la montaña viva. Al paso de los días el pintor adquirió tal fascinación por el nacimiento del volcán que eligió dormir a su lado, sin quitarse las botas. Ante el más ligero temblor, salía corriendo de su tienda de campaña en medio de la noche para ponerse a pintar el monte naciente.

“Paricutín” (1943) de Dr. Atl.
Fue así que Dr. Atl decidió pintar el nacimiento y la erupción del Paricutín ¡desde el mismo sitio! El resultado fue una celebrada serie de piezas sobre el volcán, cada una marcada por una fuerza única y singular, que a mi parecer resulta irrepetible en el resto de su obra.
En una ocasión pude ver uno de los óleos originales, muy, muy de cerca. Los rojos parecían latir como sangre a punto de explotar en una probeta. Su intensidad me dio un poco de miedo.
Las pinturas del nacimiento del Paricutín son extraordinarias: Dr. Atl estaba ahí pintando, mientras esquivaba piedras, mientras veía un nuevo cuerpo de fuego emerger.
La experiencia directa de la observación le proporcionaba algo único.
Testigo de ello es la obra de aquel hombre que espantaba nubes a sombrerazos y le supo tomar el pulso a la montaña.
Dr. Atl dejó de escalar volcanes y explorar montañas cuando le amputaron la pierna derecha, pero eso no fue motivo para que dejara de pintar. Atl decidió sobrevolar los cielos, lo que le permitió alcanzar una visión más amplia de los paisajes, creando así los aeropaisajes, que son conjuntos geográficos tomados desde las alturas.

“Rotación cósmica” (1950) de Dr. Atl.
Atl logró por medio del paisaje, plasmar la fuerza y carácter del México moderno. Exaltó el orgullo por nuestra tierra y mostró la grandeza del país. Y a pesar de que sus paisajes nunca los vamos a encontrar en la naturaleza porque son producto de la creación de un artista en constante experimentación, nos deja la sensación de estar ahí y sus obras resultan imposibles de borrar de la memoria.
Los andares de Atl por planicies mexicanas fueron una práctica mística que transformó en arte. Adentrarse en los volcanes fue echar una mirada al abismo. Fue el enfrentamiento entre un artista, la naturaleza, y su necesidad de expresar en un cuadro las emociones que le causaban estar frente a ella.
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Netflix: “Hacia El Infierno”
Dirección: Werner Herzog
Duración: 1h 47m
Referencias:
- Colección Blastein. (2015) Dr. Atl (Gerardo Murillo) Recuperado el: 13 de agosto del 2020. Obtenido de: https://museoblaisten.com/Artista/52/Dr-Gerardo-Murillo-ATL
- Barguera, G. (2016) La energía cósmica de la materia: la tecnología del atlcolor en la sombra del Popocatépetl del Dr. Atl. Recuperado el: 12 de agosto del 2020. Obtenido de: TESIS UNAM
- EL PAÍS (2017) Gerardo Murillo, el ‘Dr. Atl’ de los volcanes. Recuperado el 14 de agosto del 2020. Obtenido de: https://elpais.com/cultura/2017/10/03/actualidad/1507020620_039979.html
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