
Halloween vs Día De Muertos
Extranjero contra local
Como un niño mexicano tuve la oportunidad de vivir las dos festividades otoñales que son Halloween y el Día de Muertos. Una tradición norteamericana y una mexicana que se mantenían en constante contraste frente a una sociedad católica que no estaba de acuerdo con celebrar el “Día de Brujas”.
Al haber nacido en un hogar católico practicante, mis padres no estaban de acuerdo en que saliéramos a pedir dulces, además de que no se acostumbraba tanto en México o al menos yo nunca lo percibí así. No, nosotros festejábamos el Día de Muertos poniendo un pequeño altar y disfrutando del pan de muerto.
Me quise sacar la espinita y averiguar por qué el Día de Brujas era algo tan malo. En la iglesia escuchaba que la gente que lo celebraba estaba adorando al diablo y siempre me pareció un poco exagerado que niños vestidos de Buzz Lightyear, Superman, La Sirenita o su personaje favorito estuvieran haciendo ritos satánicos sin saberlo realmente. Así que, ¿de dónde nacen estas fiestas? ¿qué las hace parecidas y qué las distingue?
El Infame Día de Brujas
Halloween o el Día de Brujas como se le conoce en México, se celebra el 31 de octubre de cada año. Esta fiesta es la evolución de la celebración celta conocida como Samhain. El Samhain era muy importante pues marcaba la colecta de las cosechas y el inicio del año nuevo celta, que iniciaba en el punto medio del equinoccio de otoño y el solsticio de invierno con la bienvenida de “la mitad oscura del año”. Ellos creían que durante estos días la barrera entre el mundo físico y el espiritual se rompía, permitiendo la interacción entre humanos y criaturas del otro mundo.
Samhain. Fotografía obtenida de: Raven Kult.
También creían que sus ancestros atravesaban a nuestro mundo durante este tiempo, por lo que los celtas se vestían como animales y monstruos para que las hadas no estuvieran tentadas a secuestrarlos. Se dejaban ofrendas afuera de las aldeas para que las hadas no molestaran. El druida de la comunidad prendía una enorme fogata con la cual cada familia encendía su hoguera.
Fogata comunal. Fotografía obtenida de: Pinterest.
Cuando el cristianismo tuvo su auge, los lideres cristianos intentaron transformar el Samhain en una celebración cristiana. Lo intentó el papa Bonifacio en el siglo V, cambiando la fecha de la celebración al mes de mayo. En el siglo IX el papa Gregorio declaró el primero de noviembre El Día de los Fieles Difuntos y el segundo el Día de Todos los Santos.
Las personas a las que la gente acudía por sabiduría y medicina fueron acusados de brujería por la iglesia, alegando que adoraban al diablo. Con creencias tan descabelladas como que las brujas podían transformarse en gatos y otros animales fue que comenzó la histeria europea sobre la brujería en el siglo XV. Miles de personas fueron acusadas de ser brujas y por lo menos la mitad fueron ejecutadas. Durante la Edad Media, se volvió una tradición prender fogatas con el propósito de proteger a las familias de brujas y hadas.
Halloween a pesar de todo
Ninguna fecha nueva logró deshacerse de la fiesta pagana y el 31 de octubre era conocido como la Víspera de Todos los Santos, All Hallows Eve o Halloween. Ésta continuaba con las prácticas paganas y llegó a América en el siglo XIX a través de inmigrantes irlandeses. Se comenzó a celebrar el Halloween como fiesta de las cosechas, en la que la gente cantaba, bailaba y contaba historias de ultratumba.
Pedir dulces era parte de una tradición irlandesa en la que, durante las noches anteriores a Samhain, la gente iba de puerta en puerta cantando a los muertos y se les regalaba pastel.
El Día de Muertos
Esta celebración implica el retorno de las almas de los difuntos a casa para convivir con sus familiares y nutrirse de lo que se les ofrenda en el altar de muertos. El origen es la mezcla de los rituales católicos de los días de los fieles difuntos y todos los santos con las conmemoraciones prehispánicas de los pueblos originarios.
Día de Muertos. Fotografía obtenida de: Gobierno de México.
Los mexicas acostumbraban a hacer ofrendas a los muertos casi todo el tiempo con la intención de que llegaran con bien a uno de los cuatro lugares de descanso. En Mesoamérica la muerte no tenía las connotaciones cristianas de castigo o premio como lo son el cielo y el infierno. Ellos creían que los muertos descansaban en un lugar dependiendo de la muerte que sufrieron, no de su comportamiento en vida.
Rituales prehispánicos. Imagen obtenida de: Más México.
Lo más parecido al Día de Muertos es la fiesta de los muertos grandes o Ueymicailhuitl, en la que se realizaban procesiones que concluían entorno al árbol xócotl, se realizaban sacrificios, grandes comidas y danzas. Se colocaban altares para recordar a los difuntos y de ahí nace el altar de muertos que conocemos actualmente.
Mucha gente opina que la celebración de Día de Muertos nace con la colonización española, pero el Instituto Nacional de Antropología e Historia cree que es de origen prehispánico.
Dicen que las fechas coinciden con el calendario Azteca, ya que en este periodo se marca el final del ciclo anual del maíz.
Esto es parecido al Samhain siendo la fiesta de la colecta, y siendo la primavera la época de los ritos a la fertilidad, el otoño es el culto a los muertos.
Un poco de historia
El primer Día de Muertos en México se celebró el primero de noviembre de 1821. Después de visitar las iglesias, la gente fue a la catedral. Ahí, en el zócalo, tuvo lugar la Verbena de Todos los Santos, en la que el mejor postor contrataba espectáculos para la gente a precios accesibles.
El primero y segundo de noviembre eran las fechas en la que se recordaba a los ancestros y se transformaron en una celebración de dos días.
Día de Muertos. Fotografía obtenida de: El Universal.
La tradición de visitar los panteones nació en Europa después de la primera pandemia de cólera. Se prohibió que los muertos se exhumaran en las iglesias y se llevaron a los cementerios fuera de los poblados para disminuir los contagios a los vivos. Adornar los sepulcros se convirtió en la nueva costumbre. Para llegar a estos lugares la gente tenía que caminar mucho, por lo que colocaron puestos de comida al borde del camino. Al llegar a los panteones, junto con las flores y adornos, la gente sacaba su comida para disfrutarla… con sus muertitos.
Así nació la tradición mexicana. Un sincretismo de las tradiciones europeas con las prehispánicas que sigue creciendo y evolucionando. No hay purismos, todo es mestizaje.
Ni uno ni otro: ambos
En el Día de Muertos, los difuntos regresan al mundo de los vivos con la intención de estar con sus seres queridos y disfrutar de sus alimentos favoritos. Mientras que en Halloween los muertos regresan de forma maligna para asustar a los vivos, por eso la gente se disfraza y los hogares se adornan. No es una conmemoración como a la que estamos acostumbrados los mexicanos, es más bien una fiesta de agradecimiento en que los planos de los vivos y los muertos se traspapelan.
Ambas fiestas comparten un mismo origen, pues a pesar de que el Día de Muertos sigue la tradición católica, se deriva del Samhain “pagano” que siguió celebrándose año tras año.
La razón por la que nos decían que el Halloween era una fiesta en la que se adoraba al diablo no es porque literalmente se hicieran ritos diabólicos, sino que para la iglesia todas aquellas prácticas que no siguieran sus lineamientos eran invocaciones malignas.
Calabaza calaverita. Imagen obtenida de: Pinterest.
Sin duda lo mexicano es el Día de Muertos, pero tenemos la suerte de vivir en un mundo en el que podemos celebrar y ser parte de fiestas que han llegado para quedarse. Ambas son celebraciones distintas, con intenciones distintas que pueden disfrutarse a la par. Los niños pueden salir a pedir dulces, disfrazarse con amigos y disfrutar de esta fiesta de colecta que es Halloween y días después rendir homenaje a sus difuntos en la celebración más icónica de nuestro país.
Y quién sabe, no faltará el difunto travieso que además de venir a visitarnos quiera jalarnos las patas.
Imagen destacada obtenida de: Mexperience.
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