
La Historia Detrás De Semana Santa Y De La Última Cena
La Semana Santa o Semana Mayor comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Pascua. En todo el mundo cristiano es una conmemoración, no un festejo. Y es que la Semana Santa tiene que ver con sufrimiento y muerte, con dolor no entendido en un principio: el sacrificio de un “dios” por sus fieles (“como el capitán de un batallón que va al frente y recibe las balas que salven a sus soldados”). Esto, en el mundo romano, donde estaban insertados los judíos y donde nació Jesus de Nazaret, era simplemente inconcebible porque los griegos y después los romanos, si algo tenían en su religión, era un panteón lleno de dioses soberbios, pasionales e iracundos, que de acuerdo a sus antojos hacían de los humanos sus títeres. Pero según la fe judía, que después sería cristiana, un mesías vendría a liberar al pueblo. Ellos pensaban que de la opresión romana. Pocos entendieron el misterio de que la liberación sería del alma. (No los culpo, el cambio era realmente radical.)
¿Pero de qué liberaría Jesús al alma? La respuesta: del pecado.
Hoy, los fieles cristianos, y prácticamente todos los que hemos estado por lo menos una vez en una misa católica, hemos escuchado que el Cuerpo de Cristo, es decir el de Jesús en la cruz, es “el cordero de dios, que quita el pecado del mundo”. Muy bien, pero, un momento. Si esto lo escuchamos por primera vez, la idea es realmente extraña ¿cómo? ¿por qué? ¿Un hombre convertido en cordero? ¿Y con su muerte quita el pecado?
¡Cuánto me gusta preguntarme! No dar por hecho las cosas y encontrar el sentido o el significado de los hechos. y, generalmente, cuándo buscas bien, puedes encontrar varios significados lógicos y sólidos.
Así que con estas dudas me conecto y les cuento sobre el último momento que Jesús el Nazareno fue libre. Así es: la famosa Última Cena.
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Jesus, lo sabemos, era judío, y si bien su mensaje era considerado por muchos hebreos una herejía, él no dejaba de ser un respetuoso de las leyes y costumbres de su pueblo. Sólo que en muchas ocasiones, les daba un sentido diferente. Su nuevo sentido, el mensaje que él había traído.
Así, la Última Cena era por principio una celebración judía, y no es casual que Jesús la escogiera como fecha especial, ya que sin lugar a dudas era una de las más importantes. Significaba dos cosas para los judíos:
- La formación de su pueblo, algo así como el cumpleaños del pueblo hebreo.
- El rezo o petición por que hubiera una buena siembra.
Los hebreos, como muchos pueblos antiguos, estaban estrechamente ligados a la tierra, vivían y dependían de la agricultura. Así que sus celebraciones principales estarían de la mano del ciclo anual de la siembra y las cosechas. Entre los meses de marzo y abril, coincide, de acuerdo a su calendario lunar, el mes de Nisan, y se da precisamente la preparación de la tierra y la colocación de las semillas, la siembra. Y el ruego, unido a sacrificios, era porque fuera un año fértil.
Y esto ¿qué tiene que ver con la libertad y el cumpleaños del pueblo? Bueno, en al antiguo testamento de la Biblia, en el libro de éxodo XII:14 se narra que el pueblo hebreo estuvo preso y esclavo en Egipto por más de 400 años. Dios estaba listo para liberarlos, y había elegido a su libertador, Moisés. Quién después de dudar y no saber por dónde comenzar se enfrenta al Faraón –a quien conocía– y le pide una y otra vez que libere a su pueblo. Éste se niega y las plagas comienzan.
Fueron 10 las plagas en Egipto: el agua en sangre, ranas, piojos, moscas, peste sobre el ganado, úlceras en el cuerpo, lluvia de granizo y fuego… tinieblas, y por último, la dolorosa muerte de los primogénitos egipcios. El Faraón estaba devastado, su hijo había muerto. Era el Mes de Nisan en el calendario hebreo, el día 14, y a los judíos en medio del caos y la pérdida se les libera. La huida tenía que ser rápida. El Faraón podía arrepentirse -temían, y de hecho así fue-. Pero, antes, 600 mil hombres y mujeres, con sus ancianos y niños, salieron de noche por el desierto de Egipto: habían marcado primero los dinteles de sus puertas con sangre de cordero, uno que habían sacrificado por indicación de Moisés, y esa sería la señal para que el Ángel de la Muerte, que venía por los niños egipcios, evitara los hogares judíos.
En su memoria -el cordero y su sangre- se quedó esto como una señal de la liberación; con prisas el pueblo esclavo tomó sus pocas pertenencias y pan para el camino. Éste sería sin levadura, no daba tiempo de hornearlo: pan ácimo, delgado, casi como una hoja de papel… es decir, como las obleas que se comulgan en las misas.
Los judíos eran libres, les esperaban 40 años en el desierto antes de llegar a la Tierra Prometida siguiendo a Moisés, pero desde entonces, cada año, entre el 14 y 15 del mes de Nisan celebrarían su libertad sobre la esclavitud, y consideraban ese momento como el inicio de la creación, de ellos, como pueblo: la Pascua Judía, Pésaj en hebreo.
La noche que Jesús celebró La Última Cena, estaban recordando ese momento y cumpliendo con el precepto de cenar juntos -en familia y con amigos-, de sacrificar un cordero y bendecir el pan ácimo y el vino. Eso estaban haciendo los apóstoles, Jesús, seguramente María su madre, y por supuesto María Magdalena. De hecho ellas dos debieron de haber sido quiénes comenzaron la cena, ya que eran las mujeres, las que estaban encargadas de encender dos candelas a la salida de la primera estrella, y con eso comenzaba la celebración. (Además de ser las encargadas de cocinar, por supuesto.)
En tiempos de Jesús, en vísperas de esta fecha, se calcula que más de 250 mil judíos llegaban de todos los rincones de Israel a Jerusalén para llevar su cordero al templo y sacrificarlo. Era la ley. La población normal de la ciudad oscilaría en unos 3 mil seres humanos máximo, las calles trazadas en tierra y piedra estaban abarrotadas, los mercaderes y posadas hacían su agosto. Y en el templo miles de corderos esperaban ser sacrificados: justamente de aquí viene el símbolo del cordero que quita el pecado.
En éxodo 12, 5-6 se describe lo que tendrían que hacer: tomar a un macho cabrío (considerado la fuente de vida), sin defecto, a fin de que fuera aceptable ante Dios, separado desde el momento de nacer y de un año. Éste se llevaría como ofrenda de sacrificio al templo, para después comerlo en la noche de Pésaj, entre bendiciones. Los sacerdotes pasaban día y noche sacrificando a los corderos, ningún hueso debía de rompérseles.
La Última Cena debió de haber sido el jueves 14 de Nisan, Para los judíos después de Jesus, y sobretodo para sus discípulos, el concepto del cordero sacrificado que liberaría, no sólo era lógico, sino común y santo para ellos. La sangre del cordero en sus puertas en Egipto fue su liberación de la esclavitud y de la muerte. Ahora Jesús trata de explicarles que no hará falta ningún cordero más, ni sacerdote, ni templo, que él se convertirá en Cordero en la cruz y su sangre, a quién crea en él, le liberará para siempre.
Por más que los apóstoles entendieran el concepto, el miedo los invadió, las dudas y el sentido de todo aquello. La Última Cena, fue el último instante en que Jesús fue libre. Para los católicos y cristianos creyentes, todo lo que dijo se cumplió: la traición, la persecución, el sufrimiento, la muerte y después la resurrección.
Pero los símbolos que vemos en esa mesa, y pintados una y mil veces por artistas, están tomados de la liberación de los judíos. Hoy todavía en sus mesas, en Pesaj, esa misma fecha que coincide con los días santos católicos, los judíos comen pan ácimo, y cordero, toman cuatro copas de vino y recuerdan su liberación.
Me encanta ver cómo todos estamos ligados de una o de otra forma. Las religiones están desde siempre inmersas en la cultura de los pueblos que las practican; y los elementos que las conforman no pueden estar totalmente aislados. Entre una fe y otra se van tejiendo puentes colgantes que tienen su punto de origen en una de ellas.
La religión católica con sus liturgias, dogmas de fe, con sus costumbres y creencias, está íntimamente relacionada a la religión hebrea. Simplemente porque Jesús era judío. Y así como en la Candelaria aprendimos que el festejo de esa fecha es por recordar a María cumpliendo una tradición hebrea de la cuarentena después del parto, La Última Cena, ese momento tan importante para los creyentes cristianos, el que marca el misterio de su fe y salvación, tiene su origen en una festividad igualmente primordial para los judíos.
Al final, sin siquiera saberlo, en una mesa y bendiciones, se unen ambas en símbolos de libertad, transformación, fe y esperanza.
Referencias:
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El libro Fiestas y Tradiciones Judías. H. Haber. Ed. Aurora. Tel Aviv.
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Acerca del sacrificio del cordero n.2, Textos Eucarísticos primitivos. Ed. BAC, pag. 360.
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PÉSAJ: SÍMBOLO DE LIBERTAD Y RENOVACIÓN. Escrito por Tribuna Israelita. Publicado en Judaísmo
¿Cómo fue la Última Cena?. Tradiciones, símbolos y gestos del “Pésaj” o cena pascual que pudo vivir el Señor en la Última Cena y que permiten entenderla mejor. Entrevista a Bernardo Estrada, profesor de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz. https://opusdei.org
La Hagada de Pésaj, Comunidad Bet El de México.
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Susy Haro
Muchas gracias, me ilustro detalles que no comprendia, me ayudo mucho para poder explicar a mi hija (adolescente/incredula)que pasa por su etapa de cuestionamiento.