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Katherine Mansfield: El Poder De La Delicadeza

Aunque la sensibilidad y la escritura parecen ir de la mano, pocos escritores realmente prestan a los lectores sus ojos y sus entrañas para transmitir sus andares. Katherine Mansfield no sólo relataba historias que ilustraban situaciones habituales, sino que mostraba la cotidianidad y la rompía a través de la observación minuciosa, de una sensorialidad fascinante y de un sentido de verdad que constantemente resulta doloroso. Sus relatos, acompañados siempre de un toque lírico y melancólico, la sitúan entre las autoras modernas más destacables e imperdibles. 

Kathleen Beaucham, que era su nombre real, nació en 1988;  fue una escritora neozelandesa, impulsora del cuento y relatos breves. Formó parte de una familia culta,  y con buena posición social y económica, misma que le permitió desarrollarse mayormente en Londres, donde estudió música y donde, más tarde, comenzó formalmente su carrera como escritora. No obstante, también vivió en Suiza, Italia y Francia. Para los cánones de la época, Katherine era una transgresora de las convenciones sociales, principalmente por las relaciones sentimentales que mantuvo con mujeres y  profesores. 

Las irremediables pérdidas

La vida de la escritora, más allá de ser caótica, parece tratarse de una oda a la distancia, al tiempo y a la nostalgia. Fue su padre quien le impidió dedicarse a eso que tanto le apasionaba y en lo que era tan buena: el cello. Y aunque sus creaciones literarias ganan su pedestal por méritos propios, es cierto que la literatura se convirtió en el refugio de las pasiones e intereses de Mansfield.

Cuando aún era muy joven, Katherine se embarazó de su pareja, Garnet Trowell, pero la relación terminó por falta de aceptación de sus padres. Más tarde, sufrió de un aborto natural, después de permanecer en un balneario alemán, donde su madre pretendía que ocultara su estado de gestación. No se volvió a embarazar y tampoco volvió a ver a su madre, quien la rechazó desde su nacimiento. 

Su primer matrimonio terminó en su propia noche de bodas; y, mientras estuvo casada con John Middleton Murry, quien sería su segundo esposo, mantuvo una relación amorosa con Ida Baker, su vieja amiga, compañera y, claro, su fiel amante. 

Ida Baker y Katherine Mansfield, después del divorcio de esta última, vivieron en un poblado italiano, donde Murry solía visitarlas en temporadas navideñas. Mansfield se alejó un tiempo de sus grandes amores; no obstante, siempre regresó a ellos, y en su compañía se despidió del mundo terrenal. 

Katherine Mansfield, la escritora que hizo de la enfermedad un cuento

Fotografía de Ida Baker y Katherine Mansfield. Fuente: El Español

La dualidad vivencial 

Pese a que experimentó momentos muy difíciles, confrontativos y un tanto controversiales, sus relatos no son precisamente un hoyo negro que inquieten al lector. Por ejemplo, un acontecimiento que impulsó fuertemente la creación de su obra Preludio, fue la muerte de su hermano, quien perdió la vida al estar en el frente de batalla de la Primera Guerra Mundial. No obstante, en dicho texto, aborda las problemáticas y desdichas de un grupo de mujeres, así como sus sensaciones, alegrías y deseos. 

La excepcional sensibilidad de Mansfield se refleja en su poética narrativa, pero sin apoyarse en lo turbio de una historia o en la complejidad del asunto que la inspiró. La escritora neozelandesa es reconocida por la delicadeza de sus letras, por la fragilidad que hay en ellas, y por poner en la mira de quien la lee aquellos momentos cotidianos que muchas veces pasan desapercibidos, aunque sean estos los que nos hacen ser y sentir. 

“¿Qué puede hacer uno si, aún contando treinta años, al volver la esquina de su calle le domina de repente una sensación de felicidad…, de felicidad plena…, como si de repente se hubiese tragado un trozo brillante del sol crepuscular y éste le abrasara el pecho, lanzando una lluvia de chispas por todo su cuerpo?”

Sin duda, la extrañeza de la narrativa de Mansfield radica en la crudeza de sus historias y sus descripciones. Y no precisamente quiere decir que haya violencia y crueldad que escurran como sangre por sus páginas; más bien, es el hecho de mostrar emociones, sensaciones y cuestionamientos en su forma más pura, sin filtros. En cada línea nos recuerda que la vida y su sentido están siempre al alcance de nosotros.

La inspiración realista de una joven impresionista

La joven escritora estaba fuertemente influenciada por Chéjov, de quién adoptó ciertas nociones de estilo y algunos elementos diegéticos para desarrollar sus historias. Dedicó su carrera como escritora bohemia a describir las relaciones sociales de personas de clase media, particularmente de mujeres.

Los elementos naturales se presentan con gran constancia en los relatos de la autora neozelandesa; éstos cuentan con connotaciones importantes, pues, a través de analogías, les atribuye características humanas y reflejos de las pasiones de sus personajes. Este tipo de procedimientos lingüísticos también los aplica a objetos cotidianos, y es precisamente allí donde nace la majestuosidad de su sutileza. El inmenso valor que se le deposita a las cosas del día a día, incluso inconscientemente, resulta en una profunda melancolía; Katherine Mansfield expone este sentimiento en sus descripciones y en lo fantasmales que pueden parecer los finales de sus historias, tal como sus respectivos argumentos. 

Si bien es necesario prestar especial atención a las alusiones que hace, Mansfield estructura sus escritos de tal forma que las evocaciones son fácilmente transpiradas por sus textos y recibidas por quien lee. 

“Y se fue. Eddie la siguió, como el gato negro había seguido al gato gris.
-Bueno, cerremos la tienda -dijo Harry extraordinariamente frío y sereno.
‘¡Su hermoso peral!…¡Su hermoso peral!’
Berta corrió hacia la ventana.
-¿Qué va a pasar ahora? -gritó.
Y el peral alto y esbelto, cargado de flores, seguía inmóvil como la llama de una vela que alargándose estuviera casi a punto de tocar el borde plateado de la luna.”

De árboles y aves

Algunos de sus relatos más conocidos son “El Canario” y “Felicidad”. Ambos relatos comparten cierta transparencia, además de un choque de sentimientos y realidad. Estos cuentos ejemplifican bien el estilo de Mansfield, desde las metáforas aplicadas, hasta la mención y valoración de los objetos y de situaciones recurrentes.

En ambos casos, es casi imperceptible el conflicto de la historia, incluso podría considerarse que éste no existe, que simplemente son narraciones de problemáticas cuyas soluciones no existen o no son relevantes dentro del texto. Por un lado, en El Canario, se relata la profunda soledad que una mujer experimenta cuando muere un tierno canario del que se acompañaba en sus días. La dulce ave evoca la complicidad que la protagonista desea y que sabe que quienes la rodean no le procurarán. La figura de este pájaro permite suscitar los sentimientos de la mujer, sus deseos y necesidades. 

Cuentos de Katherine Mansfield

Portada del Libro Cuentos De Katherine Mansfield. Fuente: Librería Sinopsis

Felicidad, por su parte, es una descripción perfecta de la dicha y la plenitud a la que se puede aspirar. Berta no cabe en su propia alegría; pese a algunos insípidos detalles, celebra enormemente la bondad de su día, la fortuna de tener una familia, una casa y una vida completamente deseada. La mayor parte de la poética narración oscila entre la emoción de Berta y su disgusto ante la imposibilidad de expresarla, de explotar en ella. Es en la parte final donde se expone el posible conflicto, mismo que no es desarrollado, pero que deja la pesquisa que nos recuerda qué tan frágil y efímero es el gozo.

Un anhelo de fidelidad

Katherine enfermó desde muy joven de gonorrea, artritis y tuberculosis, pero fue ésta última la que terminó finalmente con su vida el 9 de enero de 1923, a los 34 años. 

Desde el momento en que enfermó, su preocupación más grande era no haber escrito algo lo suficientemente destacable. Katherine Mansfield temía no haber redactado algo que le hiciera entera justicia a las imágenes, a “la furia de lugares, de personajes, de historias que se agitaban en su mente”, como conjetura Citati, quién ha escrito fielmente su biografía. 

No obstante, su obra trascendió desde que ella aún vivía, y lo hizo tan bien, que la misma Virginia Woolf le reconocía como su rival literaria. Ambas escritoras se ocuparon de describir las relaciones humanas desde una sensibilidad indescriptible, y, durante su intermitente amistad, intercambiaban opiniones acerca de las delicias y los problemas de dedicarse a la escritura. 

Virginia Woolf: la historia de una de las escritoras más influyentes del siglo XX

Fotografía de Virginia Woolf. Fuente: La Tercera 

“Cuando empecé a escribir me pareció que no tenía sentido hacerlo. Katherine no podrá leerlo. Katherine ya no es mi rival. Estaba celosa de su escritura, la única de la que haya estado celosa jamás. En esta escritura yo veía, tal vez por celos, todos los rasgos de carácter que me desagradaban en ella. Nunca consideré lo suficiente su sufrimiento físico ni cuanto contribuyó a amargarla.”

Katherine Mansfield ha trascendido en sus propias letras. Cada uno de sus relatos resalta la importancia de los pequeños detalles; y la historia de su vida nos recuerda que mientras el tiempo camine, nosotros vamos con él, y aunque vivamos en la época más efímera, somos capaces de dejar huella con nuestra propia fragilidad.


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